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sábado, 20 de abril de 2019

Escudo en el ataúd de Fray Luis de Bolaños

Gracias a un comentario de Rolando de Ýñigo, el año pasado, tuvimos conocimiento de que el Museo Franciscano anexo a la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires conserva un ataúd donde reposaron los restos de Fray Luis de Bolaños, bellamente adornado con un escudo.

A continuación publicamos las fotos que nos enviara Rolando en su momento, y parte de su comentario:




Impresiona el ataúd de Fray Luis de Bolaños, muerto en 1629. El mismo nunca fue restaurado, lo que para una ciudad tan húmeda es maravilloso. Tiene una inscripción que indica fue encargado por Diego de Ribera Maldonado, vecino de La Plata (...)  [que luego] se mudó a Buenos Aires donde casó con la porteña Beatriz de Bracamonte y Cervantes, la hija de Juan de Bracamonte y Anaya, cuñado del gobernador Valdez y de la Banda. Su hija, Uzenda Jacobina de Bracamonte y Anaya también es donante. El ataúd fue encargado a España y llegó en 1634 en la caja de madera que se ve debajo. Hasta 1913 permaneció con el cuerpo de Bolaños en su interior en la cripta. A partir de ese momento, el cuerpo fue al mausoleo donde se encuentra hoy y ambas cajas al museo. Las armas que se ven están atribuidas a los donantes. No identifico ninguno, excepto los lises que pueden ser Maldonado. Seguramente Diego Molina de Castro o Sergio Nuñez Ruiz-Díaz saben cómo interpretarlo. ¿Son las armas más antiguas conservadas de un vecino de la ciudad?


En julio del año pasado tuve ocasión de conocer, finalmente, el Museo Franciscano de nuestra ciudad; allí, entre otras muchas fotografías, tomé imágenes del ataúd, que son todas las que siguen hasta el final de este entrada.



Fray Luis de Bolaños nació en España en 1550. Entró en la Orden Franciscana en el Convento de Santa Eulalia de Marchena. En el año 1572 se embarcó rumbo a América en la expedición de Juan Ortiz de Zárate, y llegó a Asunción en mayo de 1575. Allí predicó a los aborígenes y trabajó contra los abusos a que eran sometidos. También impulsó el establecimiento de reducciones y pueblos. En el Paraguay fundó la ciudad de Caazapá; en nuestro país, la de Itatí. También estuvo destinado en la ciudad de Baradero, desde poco después de su fundación.

Tradujo el Catecismo al guaraní. Fue además Guardián del Convento del Paraguay, Custodio y Definidor de la Provincia de la Asunción de la Santísima Virgen del Río de la Plata al fundarse esa jurisdicción en 1612. 

En 1618 se trasladó a Buenos Aires, en cuyo convento falleció el 11 de octubre de 1629.

Sus restos descansaron en la cripta de la iglesia durante 279 años, depositados en el ataúd que fue donado en 1634, como se dijo, por Diego de Ribera Maldonado y su hija Uzenda Jacobina de Bracamonte. El ataúd fue traído desde España dentro de su correspondiente contenedor. 




El ataúd posee la inscripción “Don Diego de Ribera Maldonado y Doña Uzeada Jacobina de Bracamonte y Anaya su hija, dedican este sepulcro al Beato Padre Fray Luis de Bolaños cuyo cuerpo encierra. Murió el año de 1629 a 11 de octubre”.

El ataúd está dorado, posee tapa con bisagras e interiormente está recubierto en una tela que está unida a la madera del ataúd mediante tachuelas. El sarcófago, también de madera en su color natural, con bisagras, tiene su tapa delantera rebatible. Las cerraduras se colocaron posteriormente, en el año 1800.



Los datos acerca de Bolaños y del ataúd nos fueron remitidos gentilmente por personal del Museo pocos días después de nuestra visita, junto con una transcripción de páginas del libro Crónica del Convento Grande de N. P. San Francisco de Buenos Aires del año 1889, donde se recogen valiosos datos  y anécdotas históricas.

Los restos de Bolaños descansan desde 1913 en este mausoleo, en la hermosa Basílica de San Francisco:

Respecto del escudo, como dijimos, poco es lo que podemos decir. Tal como leímos en el comentario de Rolando de Ýñigo, el segundo cuartel podría ser de los Maldonado. Los restantes cuarteles son una incógnita.




Pero queda en pie la posibilidad de que, quienquiera que haya sido el titular de esas armas, estemos en presencia del testimonio heráldico más antiguo de Buenos Aires, conservado casi milagrosamente, y cuya importancia, por ese motivo, no le va en zaga a la de la célebre pintura de la Sala Capitular del Cabildo.

Publicamos esta entrada en el día en que recordamos que Cristo descansó en el sepulcro: Él,  «el testigo fiel, el primogénito de los muertos»,  que resucitó de entre los muertos «el primero de todos».

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