Cerramos con esta breve nota el ciclo de entradas destinadas a recorrer los escudos de los lugares geográficos mencionados en el Himno Nacional Argentino.
Mostraremos ahora todos los escudos juntos.
De izquierda a derecha, y de arriba a abajo, México DF, Quito, Potosí, Cochabamba, La Paz; Caracas, San José de Mayo, San Lorenzo, bandera de Tupiza (por Suipacha). escudo de Canelones (por Las Piedras); escudo de la provincia de Salta (por la otra batalla de Las Piedras), ciudad de Salta, ciudad de San Miguel de Tucumán, Colonia, Banda Oriental; y en la última fila Buenos Aires, América (uno de los escudos propuestos, como vimos el jueves pasado) y las Provincias Unidas.
Curiosamente, es bastante difícil encontrar en Internet la letra del Himno Nacional completa y bien escrita: incluso en el sitio de la Presidencia de la Nación, por ejemplo, se desliza algún error ("y de América el nombre enseñado" en lugar de "enseñando"). Por ello transcribiré a continuación el texto completo del Himno compuesto en 1813 por Vicente López y Planes. Desde el año 1900, sólo se cantan las partes escritas con negrita.
Oíd, mortales, el grito sagrado:
¡Libertad!, ¡Libertad!, ¡Libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas,
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación,
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
la grandeza se anida en sus pechos,
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas,
y en sus huesos revive el ardor,
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.
Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor:
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel;
su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre México y Quito
arrojarse con saña tenaz
y cuál lloran, bañados en sangre,
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve, argentinos,
el orgullo del vil invasor:
vuestros campos ya pisa, contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor;
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo León.
San José, San Lorenzo, Suipacha,
ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la Colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
"Aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló".
La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista, el tirano
con infamia a la fuga se dio.
Sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la libertad,
y sobre alas de gloria alza el pueblo
trono digno a su gran majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: "¡Mortales, oíd!:
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud".
Y los libres del mundo responden:
"Al gran pueblo argentino, ¡salud!".
Coro
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir.
Coronados de gloria vivamos,
¡o juremos con gloria morir!
Finalmente, y a modo de cierre de esta serie dedicada al Himno Nacional, me complace compartir con los lectores esta foto, que tomé el 7 de marzo. Se trata de una placa en homenaje a Mariquita Sánchez de Thompson, en el solar donde estuvo su residencia (hoy Florida 271). En ese lugar, según la tradición, se entonó por primera vez el Himno Nacional.
La placa, como puede verse, cumple 50 años dentro de pocos días; probablemente fue inaugurada para el Día del Himno (es decir, el 11 de mayo) de 1961.