Este blog nació con el único propósito de reunir y difundir diversas manifestaciones de la Heráldica en la Argentina. Hemos comenzado con la imagen del Escudo Nacional y algunos datos acerca de los dos escudos que ostenta la Capital de la República, Buenos Aires. Pero no nos limitaremos a la Heráldica que podríamos llamar "oficial" en cuanto pertenece al ámbito del Estado argentino, sino que procuraremos recoger y dar a conocer otras manifestaciones heráldicas.
Una de las ramas más interesantes de la Heráldica es la Heráldica Eclesiástica. Aunque en teoría toda persona tiene derecho a usar un escudo heráldico, y por lo tanto todo eclesiástico goza de esa posibilidad, es muy poco habitual en nuestro país que los diáconos y sacerdotes ostenten armas; en el caso de los obispos, en cambio, la situación se invierte. Dedicaremos algunas entradas a recorrer los escudos episcopales de los obispos argentinos.
También hay que mencionar, dentro de la Heráldica Eclesiástica, los escudos de las diócesis. Aunque en otras partes del mundo es muy común que cada diócesis tenga sus propias armas, que no han de confundirse con las de su obispo, en la Argentina esa práctica es inexistente.
También las Basílicas tienen derecho a tener sus propias armas, con características distintivas que dicen referencia al especial vínculo de esos templos con la Cátedra de Roma. En la Argentina, aunque con menos frecuencia que en otras partes, varias Basílicas tienen su escudo heráldico. Mostraremos también algunos escudos basilicales.
Dentro del ámbito de la Heráldica Eclesiástica, y en particular dentro del rubro de los escudos episcopales, corresponde comenzar con las armas del Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio:
La imagen está tomada del sitio web de la Arquidiócesis de Buenos Aires. No se señala allí la descripción heráldica ni la explicación de los símbolos elegidos. Podemos inferir que la elección del mueble principal, el "sol" con la sigla IHS en oro, se debe a la pertenencia del cardenal Bergoglio a la Compañía de Jesús, cuyo escudo consiste precisamente en ese símbolo:
Sobre los otros muebles del escudo, sólo cabe hacer suposiciones. La estrella suele representar a la Virgen María, pero no tenemos certeza de ello.
Por otra parte, el capelo con quince borlas a cada lado del escudo nos habla de la dignidad cardenalicia del Arzobispo de Buenos Aires, aunque en la imagen no se vea claro que el capelo y sus cordones y borlas son de gules, color que corresponde a los cardenales. En esta otra versión, en cambio, pueden verse los detalles con mayor claridad:
Al escudo del cardenal Bergoglio, sin embargo, le falta algo requerido por las normas heráldicas: la cruz arzobispal. Al respecto, observemos esta comentario, aparecido hace algunos años en el excelente y altamente recomendable Blog de Heráldica:
«El escudo que precede a estas lineas es el del cardenal Bergoglio, jesuita. Como puede apreciarse en sus armas, no es obispo, a pesar de ser cardenal. Se aprecia porque sus armas carecen de la cruz que acompaña, que se acola, al escudo y que se empeñan, determinados heraldistas, en decir que no es procesional. Pero sí lo es. No es otra cosa que una cruz procesional».
Ahora bien, sabemos que el cardenal Bergoglio es obispo. El autor del blog -que escribe desde España- razona bien al inferir que el poseedor de un escudo que carece de la cruz no ostenta la dignidad episcopal; si incurre en un error, se debe a que el escudo está mal diseñado. Le falta la cruz arzobispal. El error no está en el autor del blog, sino en el escudo.
Finalmente, el lema que aparece en la divisa al pie del escudo, "Miserando atque eligendo", está explícitamente explicado en el sitio web de la Arquidiócesis, con el siguiente texto de San Beda el Venerable (homilía 21):
Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo (miserando atque eligendo), y le dijo Sígueme, "Sígueme", que quiere decir: "Imítame". Le dijo "Sígueme", más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él anduvo.