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sábado, 3 de abril de 2021

Escudo de monseñor Jesús Tirso Blanco

«En esta noche de gracia, acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la Santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de cera  fundida, que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa».  Así cantará la Iglesia esta noche, en la Vigilia Pascual, la Liturgia más solemne de año. Se trata de un fragmento del Exultet, el solemne Pregón Pascual; y es el fragmento que por dos veces menciona a las abejas, que fabrican la cera del Cirio Pascual.

Por ello hemos considerado oportuno celebrar esta fecha con un escudo en el que, justamente, aparecieran abejas.  Y elegimos el de monseñor Jesús Tirso Blanco, argentino que desde 2008 es Obispo de Lwena, en Angola.

Wikipedia

Jesús Tirso Blanco nació en Ramos Mejía en 1957 y emitió los votos de la congregación salesiana en 1982.  Desde su ordenación sacerdotal, en 1985, monseñor  Blanco fue enviado como misionero a Angola, donde ejerció diversos cargos pastorales. A fines de 2007 el papa Benedicto XVI lo nombró Obispo de Lwena;  recibió la ordenación episcopal el 2 de marzo de 2008 y tomó posesión de su sede una semana más tarde.


"Obispos de la Argentina", de J. L. Batres

Su escudo se destaca por su sobria belleza. De azur, un sol de oro de dieciséis rayos -ocho rectos y ocho flamígeros, alternados-, cargado con un crismón de sable; en los extremos del jefe y en punta, tres abejas de oro. El lema dice «In nomine Iesu», «En el nombre de Jesús».

Nada sabemos acerca del significado específico de este escudo. 
La abeja es bastante utilizada en heráldica eclesiástica, como vimos en la entrada del 1 de diciembre de 2012
«...tres abejas en oro, símbolo del gobierno pastoral en la comunidad unida. En la antigua iconografía cristiana las abejas ostentaban el significado de la inmortalidad y la resurrección.  En la tradición cristiana, la abeja era en cierto sentido el emblema de Cristo, por su perdón (simbolizado en la dulzura de la miel), con su justicia (significada por el aguijón), así como representaba las virtudes cristianas de la piedad (pietas) y la dedicación al bien común, como expresa San Juan Crisóstomo cuando refiere que “(…) la abeja recibe más honor que los otros animales, no sólo porque labora, sino porque labora para los demás”  (Homilía decimosegunda). Conocido es también el significado eclesiológico del colmenar, y el valor espiritual atribuido a la miel del panal, por la mentada clemencia, así como la dulzura de la predicación en el amor por la evangelización, como fueron caracterizados San Ambrosio de Milán y  San Bernardo de Claraval. El simbolismo de las abejas y la colmena respecto de la Iglesia llega incluso al punto de comparar el deber de velar por ella, “como el guardián de Israel”, puesto que, como lo relatan antiguas tradiciones, cuando el panal peligra por causa de un calor intenso amenazante, las abejas se enjambran hacia fuera y se pegan a la colmena, batiendo sus alas sin cesar para refrescar a aquél, y evitar que se derrita la miel. Muchas abejas mueren en este intento. Éste es un fenómeno único en la naturaleza, que muchos han visto como un símbolo del testimonio martirial de la Iglesia militante». 
Como curiosidad, digamos que hemos hallado otro escudo episcopal  angoleño (cardenalicio en este caso) que también tiene abejas.


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