¿Quién no conoce a Patoruzú, el cacique tehuelche que viste "un poncho sin estridencias" pero es dueño de "una fortuna ancestral y de una fuerza descomunal", y que es sobre todo "un héroe (...) generoso, honrado, valiente, sensible e ingenuo hasta la exageración"?
Para celebrar los noventa años de la primera aparición de la genial creación de Dante Quinterno, la Biblioteca Nacional organizó en 2018 la muestra A todo Patoruzú. Del catálogo de la exposición (que se puede ver y descargar desde el sitio de la Biblioteca Nacional) tomamos las palabras entrecomilladas del párrafo anterior, así como las imágenes y toda la información de esta entrada.
Uno de los "capítulos" del mencionado catálogo se titula "Escudos aeronáuticos asociados al universo Patoruzú".
Aunque la palabra "escudos" se usa allí en un sentido amplio, nos parece de sumo interés compartir esta curiosidad que vincula al gran héroe patagónico, "icono de la argentinidad", con la Heráldica.
«El uso de figuras y colores llamativos en aeronaves militares se remonta a la Gran Guerra. Continuó durante la Segunda Guerra Mundial e incluso se extendió, posteriormente, al ámbito de la aviación comercial. Al calor de la batalla, de manera espontánea e informal, los pilotos, en un principio alemanes, austrohúngaros e italianos, comenzaron a pintar en la nariz, en el fuselaje o en la cola de sus aeroplanos diseños de tipo sentimental, humorístico, caballeresco o épico (animales, hachas, espadas, calaveras, estandartes, corazones, etc.) que buscaban resaltar la individualidad, las cualidades guerreras o el sentido de pertenencia a una unidad aérea determinada (cazadores, bombarderos, observadores). Uno de los emblemas más famosos durante la Primera Guerra Mundial fue el cavallino rampante de la escuadrilla comandada por el as italiano, conde Francesco Baracca, que don Enzo Ferrari convirtió en el símbolo de su legendaria marca.
Esta práctica, denominada nose art (arte en la nariz), se inició, tibiamente, en nuestra aviación militar en los años treinta, cuando varios cazas Dewoitine D.21 llevaron pintada una estilizada silueta de biguá, cuyas grandes bandadas recordaban los vuelos en formación de este avión.
En algún caso, el Dewoitine D.21 también lució una cruz paté en la parte superior del ala, quizá como marca de identificación durante ejercicios de combate aéreo. Otro avión militar de la época, el Ae.M.Oe.1 de observación, tuvo en su fuselaje la figura del ave acuática.
En 1944, se reglamentó el uso de distintivos alegóricos en la aeronáutica militar argentina que regiría en las siguientes décadas, casi sin cambios. Para las aeronaves militares, se estableció que en cuanto a sus formas y dimensiones, los contornos exteriores de los motivos alegóricos quedarían librados a los creadores aunque sujetos a ciertas medidas (30 cm de diámetro), ubicación (pintados en el costado izquierdo del capot o de la proa) y temas (no podían incluir símbolos nacionales, figuras de próceres, emblemas de las Fuerzas Armadas, figuras de personajes de historietas extranjeras u otros motivos foráneos).
Al año siguiente, se aprobó el uso, pintado y repujado de distintivos en aviones y ropas de vuelo. En el primer caso, inspirándose en los personajes del universo de la icónica historieta Patoruzú, se fijó para el Regimiento 1 de Bombardeo, un Patoruzú de 25 cm de alto a horcajadas de una bomba de 40 cm de largo, colocado en la sección anterior del avión (nariz), al costado izquierdo, debajo de los números. Llevaron el distintivo del legendario tehuelche, signo de invencibilidad y fuerza prodigiosa, los bombarderos Glenn Martin 139 y luego los poderosos cuatrimotores Avro Lincoln. Para el Regimiento 2 de Caza, sobre un círculo de 28 cm de diámetro, se eligió la silueta de la Chacha Mama, del lado izquierdo, entre la terminación del capot y el inicio del habitáculo. Los cazas Curtiss Hawk III, Curtiss Hawk 75 y Fiat G-55 lucieron a la belicosa Chacha esgrimiendo una escoba, único personaje que podía derrotar al imbatible cacique. Finalmente, para el Grupo 1 de Observación, se incluyó la figura de Upa, sobre un círculo de 28 cm de diámetro, en actitud de observación, con el brazo derecho levantado y con la mano haciendo visera. El fondo del círculo debía ser de color té con leche claro; las plumas y ojotas, carmesí; la piel descubierta, rosado natural; el poncho, amarillo con una franja roja; y el pantalón, verde con una cinta blanca a modo de cinturón. Algunos Northrop 8 A-2 de ataque y observación e IA-35 Huanquero multipropósito exhibían en sus fuselajes la figura de Upa. En 1947, a instancias del alférez Jorge Alberto Rangugni, los Gloster Meteor, primeros jets de combate de la Fuerza Aérea Argentina, incorporaron la figura de Bólido en la nariz, personaje cómico dibujado por Eduardo Ferro publicado en la revista Patoruzú.
Otro ejemplo de avión que tuvo a Patoruzú como distintivo fue el monomotor Fairchild 82 D aerofotográfico, que en la puerta de acceso tenía estampado al entrañable indio guiñando el ojo mientras apretaba el obturador de una máquina fotográfica. También Patoruzito apareció en banderines, por ejemplo, en el de la Base Oficial de Aviación Civil montando un cóndor y en el de la Escuela de Aviación Militar junto a unos libros con expresión ceñuda. Su inseparable amigo de aventuras, Isidorito Cañones, se hizo presente en una caricatura pintada en la trompa de un Avro Lancaster hostigado por una bomba voladora. Como dato curioso, durante la Segunda Guerra Mundial, la imagen de Patoruzú apareció en algunos cazas piloteados por argentinos de ascendencia inglesa alistados en la Real Fuerza Aérea.
Con el correr del tiempo el uso de estos motivos se acotó hasta que, entrada la década de 1960, la Fuerza Aérea fijó criterios heráldicos más estrictos y eliminó el empleo de estos populares personajes surgidos de la fértil imaginación de Dante Quinterno».
Eduardo Amores Oliver
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Banderín del Regimiento 2 de Caza |
«Patoruzú en la Segunda Guerra Mundial
Más de ochocientos jóvenes voluntarios argentinos —descendientes
de británicos, escoceses, franceses, belgas, polacos y americanos, y también
criollos— se alistaron en la Real Fuerza Aérea Británica, en la Fuerza Aérea del
Ejército de los Estados Unidos, en la Real Fuerza Aérea Canadiense y en las
Fuerzas Aéreas de Francia.
Algunos de ellos estamparon la figura de Patoruzú como emblema
en sus cazas, en recuerdo de su tierra natal».
Claudio Meunier
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Hasta aquí, la nota y las ilustraciones del catálogo de "A todo Patoruzú". Compartimos a continuación algunas imágenes halladas en la Red, vinculados con el personaje de la última fotografía.
Iam “Ñaña” Adamson: nacido en Cordoba y descendiente de escoceses partió en 1940 en el “SS Highland Brigade” sintiendo que debía luchar por la libertad de las naciones atacadas por la Alemania de Adolf Hitler. Sirvió en el escuadron 136 “pájaros carpinteros” equipado primeramente con hurricanes. Era una unidad especial, conformada por pilotos de muchas naciones especialmente canadienses, británicos, australianos y neozelandeses. Su símbolo era un pájaro carpintero y su escenario fue el lejano oriente contra el imperio japonés. Iam se destaco además de su valentía por ser el pintor del escuadrón decorando muchas de sus monturas como su hurricane llamado “hacete aun lau” y su spitfire (el ilustrado) llamado de la misma manera y con el mismo símbolo de el indio Patoruzú. (Fuente: Zona Militar)
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"The Woodpecker" This is a painting of Ian 'Nana' Adamson, the artist / fighter pilot responsible for the design of the 'Woodpecker logo' painted on practically everything that 136 Sqn laid claim to. A nice piece of artwork created by Mr Pablo Patricio Albornoz. (Fuente: 136 Squadron RAF) |
Y terminamos con esta hermosa fotografía: