Tomamos las fotos en abril de este año.
Tomamos las fotos en abril de este año.
En diciembre pasado se cumplió un siglo desde la oficialización y "normalización" del escudo actual de la Ciudad de Buenos Aires. Pero sabemos que hubo otro escudo, que le fue dado por el fundador un día como hoy. El 20 de octubre es una fecha muy especial en el "calendario heráldico" argentino: es el aniversario del otorgamiento a Buenos Aires de su primer escudo, el "original", el del águila, que sobrevive actualmente, ¡gracias a Dios!, en la bandera municipal.
Imagen publicada en el trabajo
"La bandera de la ciudad de Buenos Aires: Una historia de cuatro siglos"
de Francisco Gregoric Escudo en relieve en un edificio municipal en el barrio de Chacarita
(foto propia, febrero de 2024)Escudo de Buenos Aires en la bandera de la Ciudad
(Casa de la Cultura de Buenos Aires)
(foto propia, junio de 2024)Imagen publicada en el sitio del Gobierno de la Ciudad
(consultado en junio de 2024)
En la tercera entrada de este Blog, el 25 de junio de 2010, publicamos una nota titulada "El vero escudo de la Trinidad". Se trataba de la transcripción de las páginas de un artículo publicado en el número 130 de la revista Todo es Historia en el año 1978 (cuyas páginas arrancadas conservamos con cariño desde entonces). Aquella nota de Julio Luqui Lagleyze se titulaba "Errare Humanum Est" y el capítulo dedicado a nuestro escudo porteño se llamaba "El vero escudo de la Trinidad". En 2018 transformamos en texto esas hojas escaneadas, y le añadimos imágenes en colores, además de las que aparecían, en blanco y negro, en el artículo original.
Ahora volvemos sobre el tema, con el mismo autor, pero desde un ángulo levemente distinto. Porque en los números 172 (agosto/septiembre de 1991) y 187 (diciembre de 1994) del boletín del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas encontramos sendos artículos de Luqui Lagleyze, ambos de igual título ["El verdadero escudo de la Trinidad (Buenos Aires)"] y contenido idéntico. En el número 187 del boletín se señala: "Trabajo presentado al Congreso Internacional de Genealogía y Heráldica". En el número 172 se especificaba en nota al pie: "Este trabajo fue presentado al Congreso Internacional de Genealogía y Heráldica realizado en Buenos Aires en 1990"; estaba fechado en Vicente López en octubre de 1990.
Aquí tomamos la versión publicada en 1994. Hemos respetado las negritas y subrayados originales. Hemos hecho algunos pequeños ajustes gramaticales y tipográficos. Mantuvimos las referencias bibliográficas. Copiamos la única imagen del original (el escudo que vemos bajo estas líneas, bajo el título) y añadimos algunas otras.
***
"El verdadero escudo de la Trinidad (Buenos Aires)"
por D. Julio Luqui Lagleyze
La Trinidad (Buenos Aires), que aún no recuperó el verdadero
nombre dado por su Fundador (1), tuvo entre 1977 y 1980 un intento de
recuperación de su escudo original, por parte del ex intendente brigadier
Osvaldo Cacciatore. Pero ese intento naufragó en 1983 en los vaivenes de la
política.
La ciudad fue fundada el 11 de junio de 1580; el 20 de octubre de
ese mismo año se reúne el Cabildo con la presencia del teniente de gobernador,
capitán general, justicia mayor, y alguacil mayor, Juan de Garay; del alcalde
ordinario, Rodrigo Ortiz de Zárate; de los regidores Hernando de Mendoza, Pedro
de Quirós, Diego de Olabarrieta, Antonio Bermúdez, Luis Gaytán y Alonso de
Escobar y del procurador de la ciudad, Juan Fernández de Enciso (2). Ante ese
Cabildo, y a su pedido, el fundador presenta el escudo que había creado para la
ciudad (3).
El original del Acta de ese Cabildo se ha perdido y no se
encuentra en los Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires en ninguna de
sus dos ediciones (4 y 5). Pero un testimonio de ella sacado en 1590 y enviado
a España, se encuentra en el Archivo de Indias (3) de donde lo sacó Enrique
Peña, quien hizo legalizar una copia que reproduce en su excelente trabajo
sobre el escudo de armas de la ciudad de la Trinidad (Buenos Aires) (6, 7 y 8).
En este testimonio leemos:
“…éste mismo
día asimismo platicaron sobre el fin y propósito con que el celo y voluntad del
señor general y conquistadores vinieron a poblar y poblaron ésta ciudad y que
piden a su merced el señor teniente de gobernador que mande señalar armas a
ésta ciudad sobre que se funda su blasón para que así, por su merced señaladas,
pida confirmación de ellas a Su Majestad y entre tanto usen de ellas y del
blasón y el dicho señor general dijo que señala por armas de esta ciudad un
águila negra pintada al natural con su corona a la cabeza, con cuatro hijos
debajo demostrando que los cría, con una cruz colorada sangrienta (sic) que
salga de la mano derecha (sic) y
suba más alta que la corona, que semeje la dicha cruz la de Calatrava y lo cuál
esté sobre campo blanco (sic) y éstas dijo que señalaba y señaló por
armas de la ciudad la razón de la cuál y de dicho blasón es el haber venido a
éste puerto con fin y propósito firme de ensalzar la santa fe católica y servir
a la corona real de Castilla y León...”
Este escudo fue aprobado por el Consejo de Indias el 20 de
setiembre de 1591 (9), el que dispuso: “…que señalaban y señalan por armas
las que dicho Juan de Garay les señaló y se les dé cédula para que dicha ciudad
pueda usar y use de ellas...”.
Lamentablemente el rastro de este escudo se pierde posteriormente,
a tal punto que el 5 de noviembre de 1649 (10) el gobernador Jacinto de Lariz
propone al Cabildo otro escudo, el que —ante el desconocimiento de la
existencia del de Garay— es aprobado. De él, tras diversas modificaciones,
deriva el actualmente en uso.
En 1888, ni Andrés Lamas, ni Mariano Pelliza, ni el secretario de
la municipalidad tenían conocimiento del escudo dado por Juan de Garay, como se
comprueba leyendo el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1887 (11).
Pelliza expresa que consultó al doctor Andrés Lamas sobre el
origen del escudo de la ciudad (el de Lariz) usado en esa fecha.
EL 28 de febrero de 1888 Lamas le informa a Pelliza: “Sobre el primer escudo de armas de la ciudad de Montevideo, no se conoce ningún documento escrito originario o fehaciente y esto mismo sucede al respecto a la ciudad de Buenos Aires...”. Más adelante Lamas agrega: “...para afirmar que no se conocía documentación fehaciente del escudo de armas de Buenos Aires, he tenido los siguientes fundamentos:
1° La seguridad que me dio el secretario de la
municipalidad, de que no había encontrado en los libros del Cabildo noticia ni
referencia alguna a la concesión u origen del escudo de armas de esta ciudad...”.
El secretario que cita Lamas pudo ser Antero Carrasco (1887) o Eduardo P. Durán
(1887 - 89).
En este caso el desconocido era el escudo de Lariz que figuraba en
el acuerdo del 5 de noviembre de 1649 (10) que se encontraba a disposición de
Lamas y del secretario en los archivos de la propia municipalidad. Del de
Garay, ni noticias.
Es recién Enrique Peña quién en 1909 recupera, en el Archivo de
Indias el texto del escudo de Garay y publica su trabajo en el Censo General de
la Cuidad de Buenos Aires 1910 (13).
Explica Enrique Peña que la municipalidad le comisionó para que
hiciera pintar “por un artista competente”, las armas dadas por el
fundador. Para ello Peña se pone al
habla con el pintor Miguel Velasco —especialista en trabajos heráldicos— a quien
encomienda la confección del trabajo, facilitándole copia del acta.
Velasco realizó lo encomendado, que es, en verdad, una obra espléndida. Peña afirma que el trabajo de Velasco “...obtuvo la aprobación de personas de reconocido saber...”.
Cuidó luego de hacerla legalizar por autoridad competente (Vicente
Llorens Asencio como era el secretario del Archivo General de Indias ). Afirma
finalmente que el escudo “...es la exacta reproducción gráfica del que Garay
dio a la ciudad...”.
Y si antes fallaron Mariano Pelliza, Andrés Lamas y el secretario
de la municipalidad que no supieron encontrar los acuerdos del Cabildo y desconocieron el escudo de Lariz (14), a
Peña le fallaron: el “especialista en trabajos heráldicos”, Velasco; las
“personas de reconocida capacidad” que lo aprobaron y Vicente Llorens
Asencio (Secretario del Archivo General) que lo legalizó. Aunque este último no
tenía por qué conocer la Heráldica y sus leyes.
Ahora veremos por qué le fallaron a Peña el dibujante, los capaces
y el secretario: ¡el precioso escudo pintado por Velasco y aprobado por los
demás tiene errores y no es la exacta reproducción de lo expresado por Garay!
Para probar lo que decimos, recurrimos a la autorizada opinión de
Vicente Cascante, quien en su erudita
obra de heráldica (15), entre las “Reglas referentes al Escudo” da como regla
2a: “...Los animales se representan siempre mirando al lado derecho del
escudo. Cuando miran a la izquierda se dice contornados...” (16). El
águila, en la descripción de Garay no figura “contornada”; sin embargo, en el
dibujo de Velasco no mira a la derecha, sino que está “contornada”. Primer
error.
Vicente de Cadenas y Vincent, cronista Rey de Armas y distinguido
heraldista español dice en su Diccionario Heráldico (18):
“ÁGUILA ESPAÑOLA: Se
representa de frente con las alas abiertas, cola semiesparcida, mirando a la
diestra y con un círculo detrás de la cabeza...” (18). Repite y reafirma lo dicho por Cascunte, señalando los dos
errores citados —mirar a la izquierda y tener las alas plegadas— y añade el
tercero: “…con un círculo alrededor de la cabeza...”. La explicación de este
círculo la da Cascante (19): “...los Reyes Católicos pusieron... el
águila de una cabeza con nimbo... en devoción de San Juan evangelista…”.
Y el águila del escudo de Garay es un águila española, por tanto, en el dibujo
de Velasco le falta el circulo, nimbo o diadema.
Charles Mackinnon de Dunakin (20) dice en su “Heraldry”: “…primero
de todo cualquier objeto heráldico se asume que mira hacia la derecha salvo que
se establezca lo contrario...”. Confirma
lo dicho por Cascante y Cadenas Vincent.
Cadogan Rothery en su “Heraldry” dice (21) refiriéndose a
las águilas: “Las águilas desplayadas tienen sus alas abiertas y
elevadas... el término abaised (plegadas) se aplica cuando las alas están
plegadas… El águila apostólica tiene un nimbo circular en su cabeza y es el símbolo
de San Juan...”.
En “Heraldry” de
Neubecker, Brooke-Little, y Tobler (22) hay un extenso capítulo dedicado a las
águilas heráldicas, pero nada agrega a lo ya explicitado.
Los errores heráldicos del escudo pintado por Miguel Velasco son,
por tanto, indudables e innegables, ya que al no especificar variantes el texto
de Garay, debió atenerse a las “reglas heráldicas”. La falla de lo certificado
está en decir que el dibujo “…está de acuerdo con la descripción...” ya que el
águila del dibujo está:
1° Mirando a la izquierda y no a la derecha.
2° Con las alas
replegadas en lugar de abiertas.
3° Carece de orla, círculo, nimbo o diadema alrededor de la cabeza
(aunque este tercer error puede admitir discusión).
Finalmente, creemos que la
Trinidad (Buenos Aires) debe recuperar el escudo de armas que le diera su
fundador Juan de Garay el 20 de octubre de 1580, sin perjuicio que se siga
usando junto al de Lariz (pero el original, no el modificado) ya que éste tiene
antigüedad, historia y tradición. También el de Garay puede ser el de la Ciudad
y el de Lariz el de la municipalidad.
Cedemos al Congreso Internacional de Genealogía y Heráldica la
palabra para que recurra ante las autoridades pidiendo la reposición del
bizarro e hispánico escudo de Garay.
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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
En la Catedral de San Miguel de Tucumán se exhibe una reliquia de San Juan María Vianney, junto con su correspondiente certificado de autenticidad firmado en 1905 por monseñor Guillermo Pifferi, cuyo escudo encabeza el documento.
Guglielmo Giosafat Giuseppe Pifferi nació en 1819. Ingresó en la Orden de Ermitaños de San Agustín, en la que fue ordenado sacerdote en 1841. En 1887 fue nombrado Obispo Titular de Porphyreon y Sacristán del Palacio Apostólico, cargo que ejerció hasta su muerte, en 1910.
En tanto que el resto del escudo, en tres fajas que podemos imaginar de oro, muestran sendos leones pasantes y linguados, cuyo significado desconocemos.
A fines del siglo XIX, en Tucumán, Elmina Paz de Gallo fue la iniciadora, junto a Ángel María Boisdron, de la Congregación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús. En 1887 comenzó la formación de doce postulantes, que en enero de 1888. Ese mismo año la Congregación fue afiliada a la Orden Dominicana, y aprobada por la Santa Sede el 7 de septiembre de 1910.
La Congregación, en los años siguientes, fue ampliando sus servicios en distintos puntos de la Argentina. Así, gracias a una donación realizada en 1910 por Carmen Gallo de Lacroze a su tía y prima, la Madre Elmina Paz de Gallo, se construyó un colegio en Haedo, en el partido de Morón, que abrió sus puertas en 1939. Se trata del colegio cuyo escudo vemos hoy.
Eduardo Redondo Castanera nació en Buenos Aires en 1967. En 1990 ingresó en el Aspirantado de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos en Buenos Aires.
Fue ordenado presbítero el 6 de diciembre de 1998 en la Parroquia San Pío X de Buenos Aires por Monseñor David Picâo, Obispo de Santos (Brasil), diócesis en la que estuvo incardinado. Volvió más tarde a la Argentina y también ejerció funciones pastorales en Cuba y en el Perú.
El 15 de octubre de 2022 (hace hoy exactamente dos años) se publicó su nombramiento como Obispo Titular de Tingaria y Auxiliar de Quilmes. Recibió la consagración episcopal en febrero de 2023.
Del sitio web de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos tomamos el texto que sigue, que transcribimos con pequelas correcciones en forma textual:
«El lema episcopal que ha elegido Mons. Eduardo Redondo es “Todos somos compañeros de trabajo de Dios” (1 Cor 3, 9). Ha reconocido que se trata de una frase que le ha acompañado durante muchos años e intenta ser el humilde recordatorio de la vocación y misión que el Señor le regaló y que quiere vivir junto a los fieles de Quilmes, comenzando por los últimos (Lc 6, 20).
El escudo episcopal recoge varios elementos significativos. El bastón del Buen Pastor es también la cruz y tiene los colores de la tierra, de la Encarnación (Jn 1, 14). El Corazón traspasado por la cruz hace memoria del camino de Jesús, hecho búsqueda y vida fecunda en la vida ofrecida de tantos hermanos y hermanas que son testigos del Evangelio desde el anonimato.
El fondo iluminado del escudo anticipa el resplandor de la Resurrección, regalo y esperanza para todos (Rom 8, 17).
Al pie de la cruz está la Virgen de Luján, Madre de Dios y de su Pueblo, y del otro lado las manos-logo de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús», donde Dios llamó a monseñor Redondo y lo envió en misión. «Simbolizan a todos los discípulos misioneros que, al pie de la cruz, acompañan la Pasión y entrega de Jesús y acogen a su Madre como propia. Las manos son tres, símbolo de la comunión de Dios Trino, raíz de la misión de la Iglesia (Ad Gentes 2) y modelo de la sinodalidad a la que estamos llamados a vivir teniendo como centro de nuestra vida la Eucaristía (1 Cor 11, 33). Éstas llevan el mismo color de la Encarnación, del barro de que estamos hechos (Gn 2,7).
Madre y discípulos están asentados en el mundo atravesado por la cruz que a la vez es altar, con el Pan y el Vino con los mismos colores de la Cruz-Cristo y el Corazón atravesado.
El borde del escudo y el lema están teñidos con la sangre de todos los que dieron y dan la vida por el Reino (Ap 12, 11)».