Dedicamos la entrada de ayer al escudo de la familia de Estanislao del Campo, el autor del "Fausto criollo". Hoy, en el Día de la Tradición, nos referiremos a esa célebre obra publicada en 1866, considerada fundadora de la literatura gauchesca en la Argentina. Meses antes, la ópera Fausto, de Charles Gounod, había sido estrenada con gran suceso en Buenos Aires.
No se presentan cuestiones heráldicas en el Fausto criollo, pero sí se menciona al pasar el escudo que porta San Miguel. A ese escudo arcangélico (no blasón, sino arma defensiva) nos hemos referido varias veces en este Blog (ver las entradas con la etiqueta "santos con escudos").
Conocemos en general el argumento de la obra de Estanislao del Campo: Anastasio El Pollo le cuenta a Don Laguna sus impresiones durante su asistencia a la presentación de la ópera Fausto en el antiguo Teatro Colón de Buenos Aires; Anastasio cree que lo que pasaba en el escenario era real.
Casi al final de la obra de Estanislao del Campo, que corresponde al Acto V de la ópera, el Pollo relata la muerte de "la rubia" de la que Fausto se había enamorado, y la última aparición de Mefistófeles:
La hermosa mujer,
redepente se afijó
en la cara de Luzbel:
sin duda al malo vió en él,
porque alli muerta cayó.
Don Fausto al ver tal desgracia
de rodillas cayó al suelo,
y dentró á pedir al cielo
la recibiese en su gracia.
Allí el hombre arrepentido
de tanto mal que había hecho,
se daba golpes de pecho
y lagrimiaba aflijido.
En dos pedazos se abrió
la paré de la crujida,
y no es cosa de esta vida
lo que alli se apareció.
Y no crea que es historia:
yo ví entre una nubecita,
la alma de la rubiecita
que se subía á la gloria.
En este punto aparece San Miguel, ante cuya vista se oculta el Diablo:
San Miguel, en la ocasion,
vino entre nubes bajando
con su escudo, y revoliando
un sable tirabuzón.
Pero el Diablo, que miró
el sable aquel y el escudo,
lo mesmito que un peludo
bajo la tierra ganó.
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