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miércoles, 11 de noviembre de 2020

Escudo del Colegio San Martín de Tours

El Colegio San Martín de Tours, de la ciudad de Buenos Aires, nació en 1961 por iniciativa del padre  Juan de Gásperi A.A., agustino asuncionista, quien estaba al frente de la parroquia de San Martín de Tours. 

En la página web de la institución hay una línea de tiempo -un tanto confusa, a decir verdad- que hace referencia a la historia del colegio y a sucesivos escudos institucionales que se usaron desde la fundación. Al comienzo de la línea de tiempo se señala que  «esta etapa incluye la creación del escudo del colegio y su medalla cuyo dibujo – a pedido del P. Juan – saliera de la mano del ex alumno Miguel Uriburu».

Más abajo, en cambio, se afirma que  «1965 fue un año de muchos cambios, se creó el quinto año, se inauguró el primer piso del edificio y la primera promoción de bachilleratos egresaron del Colegio. También fue el año cuando se originó el escudo, la medalla y el himno del Colegio». Se vuelve a mencionar allí al creador del emblema.


Aunque el texto no lo deja claro, presumimos que la primera imagen que reproducimos en esta entrada representa la medalla del colegio, y el escudo que aparece sobre estas líneas es el primer escudo institucional. Un partido de plata y azur, con las letras S en el primer campo y M en el segundo, de lo uno en lo otro, y una cruz de gules cuyo eje vertical coincide con la divisoria entre los dos campos. El jefe, de plata, trae la frase «Non recuso laborem». Un filete de gules rodea el campo y el jefe.

En 1980 los agustinos asuncionistas se retiran del colegio y lo dejan a cargo de la Orden de San Agustín «De la etapa a cargo de los padres agustinos, es la creación del segundo escudo elaborado por el Padre Miguel Escartín. Pero ambos escudos, el antiguo y el nuevo, poseen unidad en los colores y el lema está vigente señalando el mismo espíritu. El segundo escudo se destaca por la trilogía de la congregación agustiniana: el corazón, el libro abierto y la Iglesia».


La frase que oficia de lema de la escuela, «Non recuso laborem» ("No rechazo el trabajo"), está formada por las últimas palabras atribuidas a San Martín de Tours. Según la tradición, sabiendo que le quedaban pocos días en la tierra, Martín se vio obligado de todos modos a hacer un viaje a una parroquia cuyo clero estaba dividido y enfrentados unos contra otros, y él deseaba reconciliarlos. Martín pasó un tiempo en esa comunidad y restableció la paz. Estaba planeando regresar a su monasterio cuando comenzó a sentir que sus fuerzas lo abandonaban. Llamó a sus amigos y les dijo que se estaba muriendo. Abrumados por el dolor, ellos le dijeron: "¿Por qué nos abandonas? ¿Quién nos cuidará cuando te vayas? Será mejor que nos compadezcas, en lugar de abandonarnos". Entonces Martín, llorando, exclamó:  "Señor, si tu gente todavía me necesita, no puedo rechazar la tarea": «Domine si adhuc populo tuo sum necesarius non recuso laborem».

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