María de los Remedios Unzué Gutiérrez Capdevila y su padre, Saturnino Enrique Unzué Rey, son seguramente los más célebres integrantes argentinos del linaje (de origen navarro) de los Unzué. El primer miembro de esa familia en pasar a América fue Francisco de Unzué Echeverría, quien llegó en 1778 a Buenos Aires, donde fue Capitán de Milicias Urbanas, Regidor del Cabildo y comerciante.
María de los Remedios Unzué se casó en 1885 con Ángel Torcuato de Alvear, de quien enviudaría sin descendencia veinte años más tarde. Desde entonces se dedicó a las obras de caridad y a colaborar con la Iglesia. Trabajó incansablemente en la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires y estuvo al frente de la comisión que organizó el Congreso Eucarístico Internacional de 1934. Construyó gran cantidad de escuelas, hospitales y delegaciones municipales; colaboró con el Patronato de la Infancia, el del enfermo de Lepra, el de Liberados y la Liga contra la Tuberculosis. Durante la crisis de 1930, junto con sus empleados, se instalaba en los cruces de los caminos rurales para brindar alimento y abrigo a quienes se habían quedado sin trabajo en esos años. Hizo construir la grandiosa Basílica de Santa Rosa de Lima en Buenos Aires, en la que se encuentran enterrados sus restos.
Junto con su hermana Concepción, ordenó en 1910 la construcción del edificio del Instituto Unzué, en Mar del Plata. En 1911, las hermanas donaron al estado nacional el edificio, dedicado a la memoria del padre de ambas, Saturnino Unzué.
Por su contribución social y pecuniaria a las obras de la Iglesia Católica, María de los Remedios Unzué de Alvear recibió el título de condesa pontificia en 1922 y luego el de marquesa pontificia, en 1934.
El escudo de los Unzué es el que vemos en las imágenes: Cuartelado. 1° y 4° de plata, dos lobos pasantes de sable. 2° y 3° de plata, un castillo de gules. Los cuarteles están separados por una delgada línea de sable.
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