A pocos metros de la casa (amenazada por la piqueta) que vimos ayer, se alza este magnífico palacete centenario, llamado "San Roque". Su historia está reseñada en una nota de Clarín de 2019, cuando se puso en venta la propiedad:
A principios del siglo pasado, cuando Leopoldo Rodríguez Ortega regresó de Alemania (donde había estudiado Ciencias Económicas) decidió invertir parte de su fortuna en varios lotes de Olivos. Entre ellos, el de la esquina de Corrientes y Azcuénaga. Allí, en 1922, le pidió al ingeniero italiano Icilio Chiocchi que levantara la casa San Roque. De estilo neoclásico francés , es la réplica de un ala de un castillo de Lieja (Bélgica) que Leopoldo había visitado en su juventud. Rodeada de jardín, sus vitreaux, la carpintería de roble y sus vistosos detalles de terminación le dan un toque único. Sin embargo, lo que más llama la atención es la glorieta que tiene en la terraza y la inconfundible torre, desde la que hasta no hace mucho tiempo, se podía ver el Río de la Plata. Viudo y sin hijos, en 1966 le vendió la propiedad a su sobrino, Eduardo Rodríguez Ortega.
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