Así como elegimos un escudo episcopal que tuviera al Espíritu Santo para la entrada de la Solemnidad de Pentecostés, el domingo pasado, así también, para la fiesta de hoy -la Santísima Trinidad- buscamos un escudo que trajera representado ese misterio.
Pero en lugar de eso, en el libro "Obispos de la Argentina" de Batres, encontramos un escudo episcopal que tiene tres muebles en cada uno de sus campos: tres llaves, tres calderos, tres matas, tres corazones. De modo que, si no se refiere explícitamente a la Trinidad, al menos alude a ella indirectamente. Se trata del escudo de monseñor José Antonio Basurco y Herrera, noveno o décimo Obispo de la Ciudad de la Trinidad, es decir, de Buenos Aires.
Nacido en Buenos Aires el 2 de junio de 1705, y descendiente de una de las familias fundadoras, estudió en Cuzco y en Chiquisaca, donde se recibió de abogado. Luego "trocando la toga por el hábito clerical" -en palabras del libro de Batres- fue ordenado sacerdote en Lima.
¿Por qué decimos que José Antonio Basurco y Herrera fue el "noveno o décimo" Obispo de Buenos Aires, esto es, noveno en la lista oficial del Arzobispado, décimo en la del libro de José Luis Batres?
Según la crónica de la pagina web del Arzobispado, a la muerte, en 1700, de monseñor Azcona e Imberto, cuarto Obispo de Buenos Aires, "sucedió una larga vacante en el obispado de casi 17 años", producida por dos nombramientos "que no llegaron a efectivizarse". Hablamos de la "superposición" -por complejas razones que sería muy largo explicar aquí- de dos nombramientos episcopales para la sede porteña: el de Pedro de Fajardo y el de Gabriel de Arregui. Este último no es considerado Obispo de Buenos Aires en la lista que publica la Arquidiócesis en su página web ("la designación de Arregui fue revocada por la corona y finalmente se lo destinó para el obispado del Cuzco"), mientras que José Luis Batres (y el sitio Catholic Hierarchy) lo numeran como quinto obispo de la diócesis. De allí la diferencia en la numeración de los obispos porteños.
Volvamos a José Antonio Basurco y Herrera. Fue elegido Obispo de su ciudad natal en 1757; recibió la ordenación episcopal en Arequipa en 1759, y llegó a Buenos Aires en febrero de 1760, pero falleció apenas un año después, el 5 de febrero de 1761, a los 55 años.
Nada podemos decir acerca de su escudo, un cuartelado, aparentemente con los cuatro campos de plata, 1° tres llaves, el ojo hacia abajo, puestas en faja, 2° tres calderos de sable puestos uno y dos, 3° tres matas de sinople, 4° tres corazones de gules puestos dos y uno.
Pero la reiteración del número tres nos permite evocar el misterio que hoy celebramos, que dio nombre a nuestra ciudad, y que es el Titular de la Catedral Metropolitana; los Ordinarios de esta Arquidiócesis, en ocasiones solemnes, son llamados, aun hoy, "Arzobispo de la Santísima Trinidad de Buenos Aires".
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