En el Día de la Reconquista de Buenos Aires, homenajeamos a la Ciudad mostrando el escudo que aparece en el monumento a Nicolás Avellaneda en la plaza principal de de Avellaneda.
En el frente del monumento, una mujer sedente, de torso desnudo y mirada altiva, sostiene en su mano izquierda un pergamino que en su parte desenrollada muestra el escudo de Buenos Aires.
Recordemos que en 1649 se propuso un modelo de escudo de armas para la Ciudad en el que aparecía una paloma radiante, volando de frente, con la cabeza vuelta hacia la izquierda, con el río agitado por debajo y un ancla que muestra una uña fuera del agua, aludiendo a la condición de puerto que ostenta Buenos Aires.
Ese escudo primigenio oficial fue aprobado por el Cabildo durante el gobierno de Jacinto de Lariz; más tarde sufrió sucesivas modificaciones (la más significativa de las cuales fue la incorporación de dos naves al escudo), hasta que en 1852, cuando se reorganizó el gobierno municipal de Buenos Aires, se le encargó a una comisión el proyecto de un sello para el Municipio. Dicha comisión propuso recuperar el escudo usado anteriormente, y en 1856 se dictó la Ordenanza correspondiente. De todas maneras, muchos de los documentos oficiales de la Municipalidad siguieron utilizando diferentes variaciones del escudo. Llegamos así al 3 de diciembre de 1923, en que una Ordenanza del Concejo Deliberante estableció en forma definitiva las características del escudo de la Ciudad de Buenos Aires: una elipse de proporción 5/6 entre su eje mayor y menor que lleva en jefe una paloma blanca, con sus alas abiertas, radiante de rayos solares, que representa al Espíritu Santo; en el sector inferior del escudo, un ancla de sable medio sumergida, con la parte de la caña y una uña fuera de la superficie, que representa a la ciudad puerto; un poco más debajo de la línea del eje menor del óvalo, dos naves, una carabela y un bergantín del siglo XVI, ambos con banderas españolas y vistos por el costado de babor (que significarían las dos fundaciones de Buenos Aires). Las aguas del río en estado de suave oleaje o rizadas representan las aguas del Río de la Plata.
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