Dedicamos el primer domingo de cada mes, en este año de nuestro décimo aniversario, a monumentos argentinos.
En esta ocasión queremos compartir fotos del bello monumento que en la ciudad de Salta rinde homenaje a Juan Antonio Álvarez de Arenales, de cuya muerte se acaba de cumplir un nuevo aniversario.
Arenales era español, nacido en 1770. «A la muerte de su padre -leemos en el Portal de Salta- se incorporó a la carrera de las armas, respondiendo a los íntimos deseos de su vocación. Embarcado hacia América, arribó a Buenos Aires. Comenzó sus primeras acciones en la Banda Oriental por un lapso –aparentemente– de casi tres años. Contaba tan sólo 24 años de edad cuando el Virrey del Río de la Plata don Nicolás de Arredondo lo distinguió con el grado de teniente coronel de milicias de Buenos Aires».
Cuando en 1809 se iniciaron en el Alto Perú los movimientos independentistas revolucionarios, Arenales se encontraba allí. Pese a ser español, adhirió a ese primer levantamiento, producido el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca. Luego pasó a Salta, donde contrajo matrimonio.
Participó de la Batalla de Salta a las órdenes de Belgrano, y luego se destacó en la Batalla de La Florida, en 1814: «El triunfo de la Florida casi termina con la vida del prócer: Arenales, solo ya, sigue peleando sin pensar en rendirse. Un feroz hachazo le tiene el cráneo abierto en uno de sus parietales. Su cara está tinta en sangre». Sus adversarios lo llamarían desde entonces con el apodo de “El Hachado”.
Luego colaboró con la campaña de San Martín, quien lo llamaba “compañero y amigo”. Concluida la entrevista de Guayaquil, en 1822, «en reconocimiento por su coraje y leal colaboración, el Padre de la Patria delegó en él el mando de las tropas a su cargo, informando su decisión a Bolívar».
Más tarde fue Gobernador de Salta entre 1824 y 1827.
En 1831 decidió emigrar a Bolivia, donde falleció el 4 de diciembre.
Parte de sus restos mortales quedaron en Bolivia en un osario común, pero su calavera, que estaba en poder de sus descendientes en Buenos Aires, fue trasladada a Salta y depositada en 1950 en el Panteón de las Glorias del Norte por iniciativa de monseñor Roberto Tavella, Obispo de Salta.
El monumento que lo recuerda en la plaza fundacional de Salta fue inaugurado en 1919. Se trata de una hermosa obra del destacado escultor Arturo Dresco, autor también del Monumento a España en Buenos Aires.
La estatua ecuestre del prócer, hecha en bronce, se encuentra acompañada, al pie de su basamento, por varias figuras femeninas del mismo metal. La del frente representa a la Nación y las otras catorce a las catorce provincias históricas argentinas.
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