En agosto de 2011 nos referimos al escudo del cardenal Marcelo Mimmi, quien siendo Cardenal Obispo de la sede suburbicaria de Sabina - Poggio Mirteto y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, fue Legado Papal al Primer Congreso Mariano Interamericano, celebrado en Buenos Aires en noviembre de 1960.
Mostramos hoy otra versión de su blasón, en foto hallada en la Red.
Cortado, 1° de azur con tres estrellas de plata (que aquí parecen de ocho puntas); 2° de sinople, tres flores (¿margaritas?) de plata. Y los demás ornamentos propios de la dignidad cardenalicia.
El lema, "Per visibilia ad invisibilia", significa "Por lo visible a lo invisible". Dice la Carta a los Hebreos (11, 3): "Por la fe, comprendemos que la Palabra de Dios formó el mundo, de manera que lo visible proviene de lo invisible". Y San Pablo, quien sostiene en la Carta a los Romanos (1, 19s) que los atributos invisibles de Dios "–su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras", afirma en la Segunda Carta a los Corintios (4, 18): "No tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno". Una buena reflexión para este Primer Domingo de Adviento.
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