"Gloria a Dios, paz a los hombres" es el mensaje que sintetiza el espíritu de la Navidad. Con ese mensaje abrimos la entrada de hoy, 24 de diciembre, deseando una santa Nochebuena y una feliz Navidad para todos nuestros lectores.
"Gloria a Dios, paz a los hombres" es también, como veremos, el lema del escudo episcopal que nos ocupa hoy. Se trata del blasón del actual Obispo de Concordia, monseñor Luis Collazuol, quien nació en la provincia de Santa Fe en 1948 y fue ordenado sacerdote en 1974. En 1997 fue elegido Obispo Titular de Elo y Auxiliar de Rosario. Recibió la consagración episcopal el 27 de marzo de 1998. En 2004 fue nombrado Obispo de Concordia, y tomó posesión de esa sede el 11 de octubre del mismo año.
La Diócesis de Concordia, en Entre Ríos, es otra de las varias que en 2011 celebraron su cincuentenario, ya que fue creada en 1961, por Bula del Beato Juan XXIII.
"Gloria a Dios, paz a los hombres" es también, como veremos, el lema del escudo episcopal que nos ocupa hoy. Se trata del blasón del actual Obispo de Concordia, monseñor Luis Collazuol, quien nació en la provincia de Santa Fe en 1948 y fue ordenado sacerdote en 1974. En 1997 fue elegido Obispo Titular de Elo y Auxiliar de Rosario. Recibió la consagración episcopal el 27 de marzo de 1998. En 2004 fue nombrado Obispo de Concordia, y tomó posesión de esa sede el 11 de octubre del mismo año.
La Diócesis de Concordia, en Entre Ríos, es otra de las varias que en 2011 celebraron su cincuentenario, ya que fue creada en 1961, por Bula del Beato Juan XXIII.
Su escudo episcopal es descripto y explicado en el sitio web de la Diócesis de Concordia; extraemos de esa larga explicación algunos párrafos:
"El sentido del escudo episcopal de la descripción de la armadura del cristiano hecha por San Pablo en Ef. 6,10-17: “Fortalézcanse en el Señor… Revístanse con la armadura de Dios… Tengan siempre en la mano el escudo de la fe…” (...)
El canto de los ángeles en Belén es el primer anuncio de la Buena Nueva: “les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor… ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por El!” (Lc 2,11-14). El Obispo toma como Lema el canto angélico y lo hace suyo: GLORIA A DIOS, PAZ A LOS HOMBRES. ¡Gloria a Dios! Esa gloria es llevar a cabo, con Cristo, la obra encomendada por el Padre (Jn 17,4). ¡Paz a los hombres!, porque el don de la Salvación eleva al hombre a la reconciliación con Dios, con los hermanos, con la creación. “La gloria de Dios es el hombre que vive” (San Ireneo). (...)
“Cristo es nuestra paz”; El la restableció “por medio de la cruz” (Ef. 2,14-16). Por eso en el lema la palabra paz envuelve la cruz con la que está timbrado el escudo, la primera plantada en Latinoamérica. En la armadura propuesta por San Pablo lo que corona el Escudo es el “casco de la salvación” (v.17).
El Blasón se asienta sobre la “divisa” que porta el Lema, que representa las sandalias: “calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz” (v.15).
El escudo ostenta en campo de gules una Espiga de oro, y lleva bordura dorada orlada por quince rosas encarnadas. En heráldica, la bordura es la cota que San Pablo enseña a llevar: “vistan la justicia como coraza” (v.14).
La espiga representa a Cristo en su Pascua (Jn. 12,24): Cristo, grano que muere para dar Vida; espiga a Cristo en su Pascua (Jn 12,24): Cristo, grano que muere para dar Vida; espiga resucitada que nos engendra en El para ser Iglesia, grano hecho Pan Eucarístico que desciende del Cielo y da Vida al mundo. Para ser grano fecundo es necesario crecer en la espiga, en Cristo, en la Iglesia.
La espiga es también símbolo de la vida sacerdotal “en Cristo”. El sacerdocio se realiza plenamente en la Eucaristía, fuente de gracia y cumbre de comunión eclesial.
Las quince rosas que orlan la espiga representan el Rosario, los misterios de la vida de Jesús, único Redentor del mundo, creídos y vividos en la piedad mariana de nuestro pueblo. En la “bordura”, que significa la coraza, nadie puede poner el rojo. Sólo tiene derecho a usarlo quienes alguna vez tachonaron la cota con su propia sangre. María, embellecida con la sangre del Calvario, tachonó su vida con los misterios de su hijo.
Cuando un escudo orlado lleva solo figura “en jefe”, o sea, en el centro, que es el lugar de la espada (“la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”, v.17), se dice que está “en abismo”. El “abismo” es el más profundo anonadamiento del Hijo, Palabra eterna de Dios hecha carne (Flp. 2,611; Jn 1-14). La espada de la Palabra (Ap 1,16; 19,15) vive en la Espiga Eucarística.
El Lema de “Gloria” y “Paz” fue cantado en Belén, “casa del pan”. Allí estuvo Jesús, Pan vivo, en el copón y la custodia: el seno y los brazos de María".
Aunque la explicación es sobreabundante, la concepción general del escudo es buena; su realización gráfica, sin embargo, deja mucho que desear, y lamentablemente carece de los debidos ornamentos exteriores.
El lema episcopal, "Gloria a Dios, paz a los hombres" -que ha abierto esta esta entrada-, nos dio pie para dedicarle a este escudo la fecha de hoy, víspera de la Navidad.
Cerramos también con esa frase y una imagen navideña este artículo, junto con nuestros mejores deseos para todos los lectores de este Blog.
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