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miércoles, 24 de octubre de 2018

Escudo de monseñor Antonio María Claret en la iglesia del Inmaculado Corazón de María

Hoy celebramos la memoria litúrgica de San Antonio María Claret, obispo y fundador de  los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Encontramos su escudo episcopal en la iglesia porteña consagrada, justamente, a ese misterio mariano.  


Antonio María Claret y Clara nació en 1807 en Sallent, una localidad de la comarca del Bages, en Barcelona, España.  A los 22 años ingresó en el seminario de Vic, donde se ordenó sacerdote en 1835. Más tarde ingresó a la Compañía de Jesús en Roma con el deseo de partir a las misiones extranjeras, pero por consejo del General, a causa de su mala salud,  volvió a España a trabajar en la evangelización de su patria. Por varios años predicó misiones y retiros en toda Cataluña y ayudó a Santa Joaquina Vedruna a fundar la congregación de las Carmelitas de la Caridad. 

En 1849, con otros sacerdotes, fundó la congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, hoy más conocidos como «claretianos»,  presentes en nuestro país desde comienzos del siglo XX en colegios, parroquias, editoriales  y otras tareas de evangelización.



Pocas semanas después de esa fundación,  el padre  Claret fue elegido Arzobispo de Santiago de Cuba. Se trataba de una tarea difícil por la situación moral y espiritual de la isla y por la presencia de grupos furiosamente anticristianos que militaban allí en ese momento.  Dice en la página oficial de los claretianos:
Nada más llegar, el nuevo arzobispo comprende que lo más necesario es emprender un trabajo de renovación en la vida cristiana y promueve una serie de campañas misioneras, en las que participa él mismo, para llevar la Palabra de Dios a todos los poblados. Da a su ministerio episcopal una interpretación misionera. En seis años recorrió tres veces la mayor parte de su inmensa diócesis. Se preocupa de la renovación espiritual y pastoral del clero y de la fundación de comunidades religiosas. Para la educación de la juventud y el cuidado de las instituciones asistenciales logra que los Escolapios, los Jesuitas y las Hijas de la Caridad establezcan comunidades en la Isla; con la M. Antonia París funda el convento de Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas el 27 de agosto de 1855. Lucha contra la esclavitud, crea una Granja-escuela para los niños pobres, pone una Caja de Ahorros con marcado carácter social, funda bibliotecas populares, escribe dos libros sobre agricultura, etc. Tanta y tan diversa actividad le supone enfrentamientos, calumnias, persecuciones y atentados. El sufrido en Holguín, el 1º febrero 1856, casi le cuesta la vida, aunque le proporciona el gozo martirial de derramar su sangre por Cristo.

Pocos años después, en 1857,  la Reina de España, Isabel II, eligió a Antonio María Claret como su confesor personal. El santo renunció entonces a la sede cubana y se trasladó a Madrid. En 1860 fue designado Arzobispo Titular de Traianópolis en Rhodope.  Por varios años ejerció su ministerio en la Corte, pero al mismo tiempo se consagraba a predicar misiones y a difundir los buenos libros; como rector del Escorial, además, estableció un laboratorio científico, un museo de historia natural, una escuela de música, otra de lenguas, etcétera. Debió enfrentar dificultades debido a la situación política de España. A raíz de la revolución de septiembre de 1868, partió con la Reina hacia el exilio en París. En 1869, con motivo de la celebración de las bodas de oro sacerdotales del papa Pío IX y de los trabajos preparatorios del Concilio Vaticano I, se dirigió a Roma. Intervino en el Concilio en favor de la infalibilidad pontificia. Al concluir las sesiones se trasladó a la comunidad que sus misioneros desterrados de España habían establecido en Prades (Francia). Su salud ya estaba quebrantada y aun debió sufrir allí persecución por causas políticas, por lo que se vio obligado a huir y a refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide, cerca de Narbona, donde murió el 24 de octubre de 1870. 



Antonio María Claret fue beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934, y canonizado por Pío XII el 7 de mayo del Año Santo de 1950.



Como dijimos al comienzo, encontramos su escudo episcopal en la iglesia porteña dedicada al Inmaculado Corazón de María, ubicada en el barrio de Constitución. El escudo está al pie de la imagen del santo, en el retablo principal del templo.


Vemos el mismo escudo en la versión que trae Wikipedia:



El campo superior, de plata, lleva en azur las iniciales AM entrelazadas acompañadas en el centro del monograma por un círculo de plata con una cruz griega de sable y por dos ramas vegetales formando un arco. Este campo manifiesta claramente la devoción mariana del Arzobispo de Santiago y Primado de Cuba.

El campo inferior trae un puente que bien podría ser el de Sallent, la ciudad natal de Claret, que se levanta sobre el río Llobregat, que la atraviesa.


El campo, que es de azur, tiene también una luna de plata y un sol figurado y radiante de oro. Sobre estos símbolos y sobre el puente sólo podemos barruntar conjeturas.

El escudo lleva los ornamentos exteriores propios de la dignidad arzobispal. En cuanto al lema, "Caritas Christi urget nos", "El amor de Cristo nos urge", está tomado de la Segunda Carta a los Corintios (5, 14).


Reconforta encontrar el escudo episcopal de este gran santo, de cuyas obras se ha beneficiado tanto la Argentina, en el altar de un templo porteño. 

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