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jueves, 2 de agosto de 2018

Escudo de monseñor Hugo Ricardo Araya

Hugo Ricardo Araya nació en 1960 en Río Cuarto, provincia de Córdoba, y fue ordenado sacerdote en 1984. El 2 agosto de 2017 -hace hoy un año- fue nombrado Obispo de Cruz del Eje, en la misma provincia. Recibió la consagración episcopal e inició su ministerio pastoral en su diócesis el 7 de octubre de 2017.



Transcribimos a continuación la descripción del escudo según la nota publicada oportunamente en la Agencia Informativa Católica Argentina.

«En campo azur (azul), sobre una terraza de cerros en su color -aludiendo al paisaje serrano propio de la diócesis de Cruz del Eje cuando cae la tarde y se enciende el lucero- se levanta una cruz en oro significando la Cruz gloriosa de Cristo, signo del amor inmenso de Dios y camino hacia la resurrección. Fue en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva (cf. EG 86). 

Acompaña una estrella en plata, adiestrada en el centro, como signo de la Virgen y Madre, “la Purísima”, que permaneció con fe inquebrantable junto a la cruz, recibió el alegre consuelo de la resurrección y reunió a los discípulos en la espera del Espíritu, para que naciera la Iglesia misionera (cf. EG 288). 

El báculo de madera de olivo, árbol de la tierra de Jesús y de la tierra confiada al Obispo, representando la tarea del Pastor que infunde confianza, defiende y sosiega (cf. Salmo 23). 

El lema “De Dios y de todo el Pueblo”, expresión dicha por Jesús en el camino de Emaús (Lc. 24,19), expresa el deseo de pertenencia y entrega como servicio a la gloria de Dios y al sacerdocio bautismal de los hermanos (cf. LG 18)».

Los documentos citados son Evangelii Gaudium (EG) y Lumen Gentium (LG). El lema episcopal, por su parte, corresponde a esta frase del Evangelio de Lucas, que no pronunció Jesús (como dice erróneamente el texto que transcribimos) sino los discípulos:  "Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo»".

Lo bueno: que el obispo se ocupe de su escudo episcopal (muchos obispos argentinos han dejado de lado esa noble tradición). Lo malo: el carácter "paisajístico" del escudo y la ausencia de ornamentos exteriores. Suplimos esta última carencia con esta versión que cierra la entrada de hoy.

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