Transcribimos a continuación, añadiéndole algunas imágenes, un artículo publicado en el número 177 (correspondiente a agosto/septiembre de 1992) del Boletín del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas.
BREVE HISTORIA DEL ESCUDO
DEL
INSTITUTO ARGENTINO DE CIENCIAS GENEALÓGICAS
por D. Félix F. Martín y Herrera
Alta jerarquía
revisten los heráldicos símbolos que forman el escudo del Instituto Argentino
de Ciencias Genealógicas, fundado como es sabido por un selecto grupo de personajes
notorios, en el año 1940, animados por su pasión hacia las disciplinas histórico-heráldico-genealógicas
que son su objeto. De la noble y proficua labor ejercida hasta hoy, son cabal
testimonio sus publicaciones, sus conferencias, sus memoriales, sus colaboraciones,
consultas evacuadas, amén de múltiples constancias de actas y piezas archivadas.
Adelantando nuestra conclusión a los basamentos luego expuestos de los orígenes del hermoso emblema, nosotros los vemos en análogos blasones de la familia paterna del General don José de San Martín, idea por cierto loable, unidos en la ornamentación exterior a otros muebles heráldicos, inspirados en asuntos de raíces históricas. Integra la composición el lema "Honrar honra", definitorio del fin supremo de nuestro Instituto.
Con el mismo criterio del último párrafo, demos primeramente la descripción de este escudo: "En campo de oro, tres fajas jaqueladas de azul y plata, de tres hileras cada una". Como ornamentos exteriores, todo el blasón va sobre un águila volante de sable, membrada de oro, armada y linguada de gules, nimbada por un sol de oro mostrando catorce rayos ondeados, conformando el timbre. Y superando el conjunto, una cinta de plata cargada del citado lema en letras de azur: "Honrar honra".
Tal puede verse la airosa insignia, en lámina policromada, inserta en el número ocho de la Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas (1948/1949). En el mismo ejemplar aparecen presentaciones del señor Miembro Correspondiente en el Brasil, don Roberto Thut, del 29 de febrero de 1948 y del Miembro de Número don Eliseo Soaje Echagüe —sin fechar— cuyas autorizadas opiniones hemos tenido en cuenta para este trabajo. Combinando sus meditados conceptos, armonizando las divergencias de ellos y las propias, incluso, se llega a los planteos vertidos en estas líneas.
Aunque muchos y prestigiosos autores han tratado el tema, varios, entre ellos don Carlos de la Riestra, atribuyeron a las fajas ajedrezadas el ser símbolos del "idealismo argentino", nosotros nos permitimos insistir en que verdadera y concluyente causa de figurar en la composición estudiada, es que tanto ellas como el campo del escudo son heráldicamente idénticos a los blasones ostentados por los San Martín del solar palentino de la Villa de Cervatos de la Cueza, es decir el linaje a que perteneció nuestro máximo prócer. Razones de justicia histórica explican pues que el Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas [tenga] como pieza principal de sus armerías la insignia descripta renglones atrás.
Siguiendo al erudito Rafael Luis Gómez-Carrasco, cuando trata de «El General José de San Martín» - Biogenealogía Hispana del Caudillo Argentino -, en sus notables relaciones sobre todos los principales arraigos prístinos de los ascendientes por varonía de tal personaje, no cabe duda alguna de lo acertado de las conclusiones. Resulta pues que la estirpe troncal del Libertador tuvo orígenes en la antiquísima Merindad de Trasmiera, de la cual derivaron varias ramas, establecidas en la vizcaína villa de Valmaseda, en el Valle de Tobalina en la Montañas de Burgos y también en éstas, aquella florecida en la pequeña villa de Valdenoceda, enclavada en el Valle de Valdivieso. Precisamente fue emanada del último lugar mencionado, la línea de hidalgos de la inmediata ascendencia del Santo de la Espada, así llamado por Rojas, radicada en la villa de Cervatos de la Cueza, donde alzaba sus pétreos muros la Iglesia de San Miguel, desde el siglo XV, destruida lamentablemente por un terrible incendio en el año 1934. En tan venerable templo habían sido bautizados el abuelo paterno y el mismo padre del General José de San Martín. Asimismo frente a su altar se casaron sus paternos abuelos.
Del examen concienzudo verificado por Gómez-Carrasco de antecedentes genealógicos y heráldicos, la casi unánime descripción de los blasones sanmartinianos en iguales términos por los expertos y constancias de los armoriales antiguos y modernos, nace la convicción de la genuinidad del escudo que describiéramos. Reforcemos esta posición con el aporte de la información de origen y de limpieza de sangre, aprobada en la villa del Oso y el Madroño, en 17 de febrero de 1794, producida como requisito del ingreso de don Justo Rufino de San Martín —hermano de José— en la Compañía de Nobles Americanos Guardias de Corps, conforme a los estatutos de ella. En tales autos otórgasele a los San Martín de la Villa de Cervatos de la Cueza, el repetido blasón, con las tres fajas jaqueladas de azur y de plata en campo de oro. Con estas aseveraciones cerramos lo relativo a los muebles heráldicos internos de la insignia del Instituto Argentino de Ciencia Genealógicas. Sólo agreguemos escueto comentario acerca del jaquelado de las tres fajas. Es sabido que al ajedrez heráldico, formado por división del campo en pequeños rectángulos, siempre de dos colores alternados (un esmalte y un metal heráldico) se le tiene por representación del arte de la guerra, lo que en la especie, por feliz coincidencia encuadra en la misma personalidad del Libertador. Esta composición heráldica adviértese en las armerías de varios de los Virreyes y Gobernadores del Río de la Plata, como de otros dominios de la Hispanidad, cuya relación excedería ampliamente los límites de este trabajo. Pareja circunstancia se da en numerosas familias de las mismas comarcas y por cierto de toda Europa.
Continuaremos ahora con el análisis de los ornamentos, advirtiendo que forzosamente se debe acudir a la lámina adherida al principio de la Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Tomo N° 8 (1948/ 1949), ya que no hemos hallado ni en las Actas, ni en otras publicaciones, ni tampoco en la documentación archivada, otra representación plástica o de descripción minuciosa. Respecto del águila, se encuentra en la postura normal de la noble ave, con sus alas desplegadas y su cabeza girada a diestra, siendo de sable, esto es negra. Si bien el pico aparece blanco, solo debe verse en esta circunstancia una razón de mera estética diferenciadora. Otra cosa es su lengua, bien pintada de rojo (gules), al igual que sus garras, pero vemos que en cambio lleva sus patas esmaltadas de oro. Evidentemente este águila evoca la figura central del antiguo escudo de la Ciudad de Buenos Aires, en tiempo de la fundación de Garay, con la salvedad de ser la última, negra por completo sin fraccionamientos policromos, la cual como es sabido, posee corona dorada sencilla, estando acompañada a diestra por una Cruz de Calatrava de gules, asida, y a sus pies por cuatro aguiluchos a los que parece alimentar. El sol timbrando el escudo, nimba la cabeza del águila, es de oro y exhibe catorce rayos, todos ondeantes, incorporando a nuestro emblema al astro naciente del de la Nación Argentina, reduciendo sus rayos en gesto respetuoso. Por fin la reiterada divisa "Honrar Honra", nos recuerda la misión primordial de rescatar del cruel olvido a muchas generaciones de hombres y mujeres que consumaron sus gestas en esforzado vivir, cumpliendo designios divinos.
Llegamos ya a los limites imperiosos fijados por el tiempo y las circunstancias, para dar finiquito a estas palabras dedicadas a explicar el magnífico blasón del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, que hace ya medio siglo campea en ámbitos académicos, publicaciones y documentos de elevado rango.
Vemos así cumplidos con mesura insignia los principios de la Heráldica como Ciencia y Arte, participando en su creación, en una u otra forma, lo simbólico, lo alegórico, lo enigmático y lo jeroglífico, en perfecta amalgama. Merecedor el tema de mayor extensión y profundización, aportamos hoy sólo magra cosecha a modo de piedra sillar.
Adelantando nuestra conclusión a los basamentos luego expuestos de los orígenes del hermoso emblema, nosotros los vemos en análogos blasones de la familia paterna del General don José de San Martín, idea por cierto loable, unidos en la ornamentación exterior a otros muebles heráldicos, inspirados en asuntos de raíces históricas. Integra la composición el lema "Honrar honra", definitorio del fin supremo de nuestro Instituto.
Con el mismo criterio del último párrafo, demos primeramente la descripción de este escudo: "En campo de oro, tres fajas jaqueladas de azul y plata, de tres hileras cada una". Como ornamentos exteriores, todo el blasón va sobre un águila volante de sable, membrada de oro, armada y linguada de gules, nimbada por un sol de oro mostrando catorce rayos ondeados, conformando el timbre. Y superando el conjunto, una cinta de plata cargada del citado lema en letras de azur: "Honrar honra".
Tal puede verse la airosa insignia, en lámina policromada, inserta en el número ocho de la Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas (1948/1949). En el mismo ejemplar aparecen presentaciones del señor Miembro Correspondiente en el Brasil, don Roberto Thut, del 29 de febrero de 1948 y del Miembro de Número don Eliseo Soaje Echagüe —sin fechar— cuyas autorizadas opiniones hemos tenido en cuenta para este trabajo. Combinando sus meditados conceptos, armonizando las divergencias de ellos y las propias, incluso, se llega a los planteos vertidos en estas líneas.
Aunque muchos y prestigiosos autores han tratado el tema, varios, entre ellos don Carlos de la Riestra, atribuyeron a las fajas ajedrezadas el ser símbolos del "idealismo argentino", nosotros nos permitimos insistir en que verdadera y concluyente causa de figurar en la composición estudiada, es que tanto ellas como el campo del escudo son heráldicamente idénticos a los blasones ostentados por los San Martín del solar palentino de la Villa de Cervatos de la Cueza, es decir el linaje a que perteneció nuestro máximo prócer. Razones de justicia histórica explican pues que el Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas [tenga] como pieza principal de sus armerías la insignia descripta renglones atrás.
Siguiendo al erudito Rafael Luis Gómez-Carrasco, cuando trata de «El General José de San Martín» - Biogenealogía Hispana del Caudillo Argentino -, en sus notables relaciones sobre todos los principales arraigos prístinos de los ascendientes por varonía de tal personaje, no cabe duda alguna de lo acertado de las conclusiones. Resulta pues que la estirpe troncal del Libertador tuvo orígenes en la antiquísima Merindad de Trasmiera, de la cual derivaron varias ramas, establecidas en la vizcaína villa de Valmaseda, en el Valle de Tobalina en la Montañas de Burgos y también en éstas, aquella florecida en la pequeña villa de Valdenoceda, enclavada en el Valle de Valdivieso. Precisamente fue emanada del último lugar mencionado, la línea de hidalgos de la inmediata ascendencia del Santo de la Espada, así llamado por Rojas, radicada en la villa de Cervatos de la Cueza, donde alzaba sus pétreos muros la Iglesia de San Miguel, desde el siglo XV, destruida lamentablemente por un terrible incendio en el año 1934. En tan venerable templo habían sido bautizados el abuelo paterno y el mismo padre del General José de San Martín. Asimismo frente a su altar se casaron sus paternos abuelos.
Del examen concienzudo verificado por Gómez-Carrasco de antecedentes genealógicos y heráldicos, la casi unánime descripción de los blasones sanmartinianos en iguales términos por los expertos y constancias de los armoriales antiguos y modernos, nace la convicción de la genuinidad del escudo que describiéramos. Reforcemos esta posición con el aporte de la información de origen y de limpieza de sangre, aprobada en la villa del Oso y el Madroño, en 17 de febrero de 1794, producida como requisito del ingreso de don Justo Rufino de San Martín —hermano de José— en la Compañía de Nobles Americanos Guardias de Corps, conforme a los estatutos de ella. En tales autos otórgasele a los San Martín de la Villa de Cervatos de la Cueza, el repetido blasón, con las tres fajas jaqueladas de azur y de plata en campo de oro. Con estas aseveraciones cerramos lo relativo a los muebles heráldicos internos de la insignia del Instituto Argentino de Ciencia Genealógicas. Sólo agreguemos escueto comentario acerca del jaquelado de las tres fajas. Es sabido que al ajedrez heráldico, formado por división del campo en pequeños rectángulos, siempre de dos colores alternados (un esmalte y un metal heráldico) se le tiene por representación del arte de la guerra, lo que en la especie, por feliz coincidencia encuadra en la misma personalidad del Libertador. Esta composición heráldica adviértese en las armerías de varios de los Virreyes y Gobernadores del Río de la Plata, como de otros dominios de la Hispanidad, cuya relación excedería ampliamente los límites de este trabajo. Pareja circunstancia se da en numerosas familias de las mismas comarcas y por cierto de toda Europa.
Continuaremos ahora con el análisis de los ornamentos, advirtiendo que forzosamente se debe acudir a la lámina adherida al principio de la Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Tomo N° 8 (1948/ 1949), ya que no hemos hallado ni en las Actas, ni en otras publicaciones, ni tampoco en la documentación archivada, otra representación plástica o de descripción minuciosa. Respecto del águila, se encuentra en la postura normal de la noble ave, con sus alas desplegadas y su cabeza girada a diestra, siendo de sable, esto es negra. Si bien el pico aparece blanco, solo debe verse en esta circunstancia una razón de mera estética diferenciadora. Otra cosa es su lengua, bien pintada de rojo (gules), al igual que sus garras, pero vemos que en cambio lleva sus patas esmaltadas de oro. Evidentemente este águila evoca la figura central del antiguo escudo de la Ciudad de Buenos Aires, en tiempo de la fundación de Garay, con la salvedad de ser la última, negra por completo sin fraccionamientos policromos, la cual como es sabido, posee corona dorada sencilla, estando acompañada a diestra por una Cruz de Calatrava de gules, asida, y a sus pies por cuatro aguiluchos a los que parece alimentar. El sol timbrando el escudo, nimba la cabeza del águila, es de oro y exhibe catorce rayos, todos ondeantes, incorporando a nuestro emblema al astro naciente del de la Nación Argentina, reduciendo sus rayos en gesto respetuoso. Por fin la reiterada divisa "Honrar Honra", nos recuerda la misión primordial de rescatar del cruel olvido a muchas generaciones de hombres y mujeres que consumaron sus gestas en esforzado vivir, cumpliendo designios divinos.
Llegamos ya a los limites imperiosos fijados por el tiempo y las circunstancias, para dar finiquito a estas palabras dedicadas a explicar el magnífico blasón del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, que hace ya medio siglo campea en ámbitos académicos, publicaciones y documentos de elevado rango.
Vemos así cumplidos con mesura insignia los principios de la Heráldica como Ciencia y Arte, participando en su creación, en una u otra forma, lo simbólico, lo alegórico, lo enigmático y lo jeroglífico, en perfecta amalgama. Merecedor el tema de mayor extensión y profundización, aportamos hoy sólo magra cosecha a modo de piedra sillar.
Buenos Aires, 12 de octubre de 1990
Por sus referencias sanmartinianas, publicamos esta entrada en el día en que se cumple un nuevo aniversario de la muerte del Libertador.
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