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viernes, 23 de febrero de 2018

Escudo de monseñor Luis María Niella

Hoy se cumple un siglo desde la proclamación de Nuestra Señora de Itatí como "Patrona y Protectora" de la diócesis de Corrientes. La celebración fue presidida por monseñor Luis María Niella, primer Obispo de Corrientes, a quien dedicaremos la entrada de hoy.

Luis María Niella nació en Corrientes el 24 de abril de 1854 (en 1853 según otras fuentes). Fue ordenado sacerdote en Santa Fe en 1879. Desempeñó tareas pastorales en Rosario, en Goya, en Paraná y en Corrientes. 

En 1900 el Obispo de Paraná lo designó  Vicario Foráneo de Corrientes  y Párroco de la Iglesia Matriz de esa ciudad. En julio de ese mismo año tuvo lugar la coronación de la imagen de Nuestra Señora de Itatí, frente a la iglesia de la Cruz de los Milagros. Y en noviembre, Luis María Niella lanzó, desde el púlpito, la idea de proclamar Patrona de la provincia a la Virgen de Itatí.

Pero antes de proseguir, recordemos la historia de ambos símbolos correntinos por excelencia: la Cruz de los Milagros y la Virgen de Itatí, cuya importancia, en relación con el tema heráldico de hoy, pronto quedará a la vista.

La Cruz de los Milagros

La tradición refiere un milagro ocurrido en fecha cercana a la fundación de Corrientes, en abril de 1588. Los españoles habían construido un fuerte en Arazaty y colocaron en sus cercanías una cruz que fabricaron con dos trozos de urunday. Un grupo de aborígenes atacó a los españoles, quienes se vieron forzados a quedarse en el fuerte y luchar por sus vidas. Sorprendidos por no poder vencer a tan pequeño número de hombres, los indios interpretaron que aquella cruz era lo que los protegía, y por tanto intentaron quemarla. Pero aunque insistieron una y otra vez, la cruz no entró en combustión. Otras tradiciones traen además otros milagros vinculados con esa cruz.



La Cruz de los Milagros se conserva en el Santuario que toma su nombre; está incluida en el escudo de la Provincia y en el de la Municipalidad de Corrientes



La Virgen de Itatí

"Según la tradición, emigrando hacia el sur para escapar de los constantes ataques indígenas, llegaron los franciscanos desde Ciudad Real, provincia del Guayrá (Paraguay), a la reducción de Yaguarí"  llevando  consigo una hermosa imagen de la Inmaculada Concepción que colocaron en un oratorio a orillas del río Tebacué.

Un ataque indio destruyó el lugar y la Virgen desapareció sin dejar rastros. Tiempo después, un grupo de aborígenes que navegaba el Alto Paraná encontró la imagen sobre una roca blanca. La Virgen se hallaba envuelta por un brillo extraño y una bella música sonaba a su alrededor.




Enterado fray Luis Gámez de aquel prodigio, mandó que llevasen la imagen a su reducción y así se hizo, pero en dos oportunidades regresó al mismo sitio en la que había sido hallada anteriormente.

Comprendiendo los misioneros que aquello era voluntad de la Virgen, decidieron trasladar a ese lugar la reducción. La tarea fue llevada a cabo por fray Luis de Bolaños,  quien llamó al nuevo pueblo con el nombre de Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí (“punta de piedra” o piedra blanca en guaraní).

La imagen, tallada en madera, mide 1,26 m y nos muestra a la Virgen María, de cabello negro y piel un tanto morena, de pie sobre una media luna, con las manos juntas sosteniendo un rosario. Viste un manto azul con una túnica blanca sobre su cabeza.

Años más tarde tuvo lugar la primera transfiguración de la Virgen. Dice la crónica de la época: “Se produjo una extraordinaria mudanza del rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había visto”. La transfiguración duró varios días y se repitió varias veces en los años siguientes, volviendo a escucharse, en más de una ocasión, la misma música que habían oído los indios cuando la encontraron en plena selva.

Los datos y las imágenes de estos dos objetos sagrados proceden del sitio del Arzobispado de Corrientes, que, además, explícitamente afirma:  "Las dos grandes devociones de los correntinos católicos son: a la Cruz de los Milagros y a la Virgen de Itatí".




Continuemos, ahora, la referencia a monseñor Niella. Era Vicario Foráneo de Corrientes cuando lanzó  la idea de proclamar a la Virgen de Itatí como Patrona de la provincia. Once años más tarde, en febrero de 1911, San Pío X lo  nombró primer Obispo de Corrientes, diócesis creada en enero de 1910 por medio de la Bula "Nobilis Argentina Res Publica".

El nuevo obispo fue consagrado el 4 de junio de 1911 y ejerció el cargo hasta su muerte, ocurrida en 1933. En su escudo episcopal figuran los dos símbolos más expresivos de la piedad popular correntina, a los que nos hemos referido más arriba: la Virgen de Itatí y la Cruz de los Milagros.



Además, en el campo superior, hay una custodia eucarística. De ese modo, la piedad eucarística, la devoción mariana y la veneración por la Cruz toman su lugar en el escudo de Niella.

Una curiosa cruz procesional aparece acolada en palo, y a su lado, conforme las costumbres de entonces, una mitra (sostenida por una larga pica que sobresale por el extremo inferior opuesto) y un báculo pastoral, ambos también acolados.  Lleva el galero episcopal.



El escudo se completa con un lema que dice «Quaerite regnum Dei
», tomado del Evangelio de Mateo («Quaerite autem primum regnum Dei et iustitiam eius, et haec omnia adicientur vobis»: «Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura»)

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