Transcribimos hoy la disertación leída por Carlos de la Riestra Lavalle al incorporarse como Miembro de Número del
Instituto Argentino de Ciencias
Genealógicas, en la sesión ordinaria del
7 de agosto de 1941 (hace hoy 72 años). La disertación fue publicada en el número 1 de la revista del mismo
Instituto, aparecido en 1942, y la tomamos de la versión digital que hemos hallado en la Red. Ilustramos esta entrada con imágenes animadas tomadas también del sitio web del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas
«Señor Presidente: Señores: Considero un grato deber
de mi parte agradecer la distinción de que he sido objeto, al ser designado por
unanimidad miembro de Número de este Instituto.
Se me ha conferido
igualmente el alto honor de iniciar esta serie de disertaciones sobre temas
inherentes al fin para que fué fundado. He
elegido el que más se halla de acuerdo con mis inclinaciones: la Ciencia
Heráldica.
Esta ciencia deriva
etimológicamente de los Heraldos, quienes eran unos oficiales que dirigían los
torneos y examinaban la calidad de los caballeros que en ellos tomaban parte.
Posteriormente sus funciones fueron extendiéndose hasta determinar los escudos
de armas que correspondían a cada familia de acuerdo a sus respectivos
derechos. El uso del blasón, en su comienzo, se prestó a arbitrariedades
emanadas de los mismos nobles, pero dado su carácter hereditario, se sintió la
necesidad de registrarlos y regularizar su uso. Fué éste el trabajo paciente y
sostenido de los Heraldos y después de los Heraldistas, lo que limitó su abuso
y encauzó en forma definitiva su uso.
La Heráldica estudia las
armas o armerías, voces que proceden de la palabra Arma, en su acepción de
insignia y se refieren a los emblemas honoríficos privativos de las familias
nobles, o de corporaciones y entidades. Tuvo su origen en la Edad Media, en
aquella época de predominio de los sentimientos religiosos, de exaltación de la
poesía heroica; en aquellos tiempos no bien comprendidos todavía, en que empezó
a usarse blasones; tiempos de pasiones desbordantes, de arte grandioso y
supersticiones inexplicables, siendo la Sociedad feudal, la nobleza y la
caballería, estaban en su apogeo, pudiendo comprenderse fácilmente el
entusiasmo que en todas las clases sociales, despertó el Blasón, que es a la
vez tradición, familia, propiedad, honor, valor y alarde de Arte.
“El blasón, dice Eysenbach
en su Historia del Blasón, lenguaje misterioso, lengua ingeniosa y
sorprendente, de uso universal para la nobleza de la cristiandad, establecía
entre todos los gentiles-hombres, una confraternidad heroica: era la piedra
fundamental del edificio feudal, el cemento y la llave de la bóveda —como dice
un autor antiguo — de la jerarquía aristocrática”.
La sociedad de entonces
vivía bajo todos los aspectos, en una ingenua naturalidad y considerando como
una realidad lo que el blasón representaba para ella, esto es, signo de
patronato, de jerarquía, hacía de él libre ostentación y no lo estimaba por lo
mismo incompatible con la austeridad religiosa, ni vacilaba en esculpir los
escudos de los gremios y de los mercaderes, como alto título de honor, en
parangón con los de los consejeros reales.
El escudo menestral, hoy en
desuso, representaba el orgullo del oficio del gremio, de la burguesía, que
veía abrirse ante sí las puertas de los consejos: en cambio el escudo señorial
simbolizaba la propiedad territorial, la altivez de los agricultores-militares,
élite de la tierra que ellos defendían desde sus castillos roqueros o en las
cortes reales.
Andando el tiempo, el
hombre de hidalga estirpe, se dedicó a conocer no solo su genealogía, sino los
signos convencionales en que representaban las hazañas de sus mayores. Hoy el
conocimiento de la Heráldica es de utilidad general para quienes se consagraron
al estudio de la ciencia histórica.
Desde el arqueólogo, que al
tratar de concretar la historia de un monumento, no comprenda el significado de
las armerías que lo decoran, como el historiador al dilucidar un tema de
crítica histórica, no pueden desconocer la heráldica, sin privarse de elementos
insustituibles de juicio. El conocimiento de los emblemas y de las idealidades que
los informan, que pertenecen a la heráldica, es indispensable para el que se
dedica a estudiar la Edad Media.
La Heráldica. Ciencia
auxiliar de la Historia, es parte integrante de la genealogía nobiliaria
historia a su vez de las familias cuyas armas figuran en las colecciones de
escudos, denominados nobiliarios.
Las Armerías son insignias
cuyo uso está reservado a la Heráldica familiar, en sus diversas categorías y
una de las funciones más delicadas de este Instituto es no solo autorizar su uso, previo minucioso estudio,
sino inscribirla en un Registro apropiado».
Discrepo con la disertación de Carlos de la Riestra Lavalle.
ResponderBorrarEn primer lugar la heráldica nace como un sistema de símbolos mundano, luego con el tiempo la nobleza haría uso de este sistema para representar e identificar su estirpe.
En segundo lugar un escudo de armas es de uso común, toda persona que quiera adoptar dicho emblema lo puede hacer, no es prerrogativa solo de los nobles. De hecho muchos científicos, literatos, políticos, etc. de origen plebeyo adoptaron un blasón y algunos nobles no portan armas.
En tercer lugar las colecciones de escudos, son recogido y publicados en armoriales, ahora que el armorial sea de carácter nobiliario, es otro tema.
En cuarto lugar las armerías según su naturaleza pueden ser gentilicias, eclesiásticas, institucionales, cívica, etc.
Saludos
Muchas gracias por el aporte, Rolando. Coincido.
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