Este volante, que ya tiene más de 50 años, se propone exaltar al Espíritu Santo y fomentar su culto. Pero lo interesante es que lo hace a través de expresas referencias heráldicas.
No sólo subraya la presencia de "la Paloma Blanca en el escudo" como signo de la fe de los fundadores en la Trinidad y en el Espíritu Santo en particular, sino que también interpreta de un modo original la aparición de los dos barcos del escudo porteño: representan a "los buques de todos los mares del mundo", que en el Puerto de los Buenos Aires hallarán paz y acogida. Como si se tratara de una imagen plástica de la invitación del Preámbulo de la Constitución Nacional a "todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino".
Es cierto que no fue Garay quien le dio este escudo a Buenos Aires, pero sí fue él quien bautizó a la ciudad con su original y verdadero nombre de "Ciudad de la Trinidad", y quien decidió que la iglesia estuviera dedicada a la Santísima Trinidad. Alguna vez volveremos sobre este tema de los primeros templos porteños.
Dado que mañana celebramos la Solemnidad de San Martín de Tours, Patrono de Buenos Aires, es justo dedicar esta entrada (¡una vez más!) a su escudo.
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