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sábado, 28 de abril de 2012

Escudo de la Basílica de San José de Flores (Buenos Aires)

En enero pasado se cumplieron 100 años de la elevación de la  iglesia de San José de Flores a la dignidad de Basílica Menor mediante la carta "Catholici Orbis" de San Pío X:


La placa ubicada en el nártex del templo señala que el decreto papal  fue emitido el 20 de enero de 1912, y lo hizo efectivo el entonces Arzobispo de Buenos Aires con ocasión de  las subsiguientes fiestas patronales.  Como en aquel tiempo la fiesta del Patrocinio de San José se celebraba en la "Dominica III" después de Pascua,  y la Pascua de 1912 fue el 7 de abril,  la  celebración del Patrocinio de San José tuvo lugar el 28 de abril de 1912, esto es, hace hoy 100 años.  Nuestro  homenaje a este centenario,  naturalmente, consistirá  en publicar  el escudo basilical añadiéndolo así a la lista de los emblemas de las basílicas argentinas  de los que ya se ha ocupado Heráldica en la Argentina.

En busca del escudo me dirigí a la Basílica de San José en una destemplada noche de diciembre pasado. Precisamente porque era de noche, las fotos no tienen calidad óptima, pero alcanzan el objetivo de mostrar el escudo, que se aprecia en diversos detalles de la ornamentación del templo. Lo podemos ver en las fotos que siguen, tomadas por mí (salvo en los tres casos en que se indica explícitamente la procedencia de la fotografía).

En la parte exterior de las puertas:



En los vitrales de las puertas que comunican el nártex con el templo mismo:






En el techo del templo:


En motivos decorativos en las paredes o en otros detalles del templo:





Ninguna información sobre el escudo basilical hemos podido hallar en la  página web de la parroquia, pero sí en el  blog  "San José de Flores",  del cual transcribimos la información que sigue, referida al simbolismo del blasón:


El escudo de armas: Una Basílica posee un escudo de armas, o escudo real. En el caso de San José de Flores, se cruzan la vara florecida del Santo Patrono con la llave pontificia, y cubriendo a ambas una umbella basilical a medio abrir. Este escudo se repite en diversos lugares de la basílica, por ejemplo: en el remate de las puertas de la sacristía y del camarín del santo, en el reverso de los estandartes parroquiales, en las puertas del frente del templo, en el nicho central de San José en el altar mayor. 

La vara florecida representa a San José, el cual según una antigua tradición a través del florecimiento de una vara de almendro o de lirio, como el designado por Dios para ser el esposo de la Virgen María.
 
La llave representa a la Santa Sede, a la cual la Basílica está unida espiritualmente por las gracias e indulgencias concedidas a este templo, en el cual Dios está presente de una manera más fuerte a través de la vida sacramental de los fieles que aquí se acercan.
 
La umbella cubre tanto la vara josefina como la llave del sucesor de Pedro significando que en ambas encontramos la casa del Padre Dios, casa real donde se reúne el pueblo de reyes que es la Iglesia de Cristo.

Lorenzo Lotto,
"San José y los pretendientes de la Virgen" (siglo XVI)
La vara de almendro florecida, o el báculo florecido de  azucenas o lirios,  que son tradicionales atributos de José, evocan pasajes bíblicos (como por ejemplo Isaías 11, 1: "Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces"; Números 17, 20:  "La vara del hombre que yo elija florecerá";  Números 17, 23:  "al día siguiente (...) la vara de Aarón –correspondiente a la familia de Leví– estaba florecida: había dado brotes, flores y almendros";  o también Jeremías 1, 11:  "La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: «¿Qué ves, Jeremías?». Yo respondí: «Veo una rama de almendro»"),  pero proceden sobre todo de los Evangelios Apócrifos (por ejemplo el Protoevangelio de Santiago o el Evangelio del Pseudo Mateo). En el primero de esos textos se lee:


José, dejando su hacha, se unió a ellos, y una vez que se juntaron todos, tomaron cada uno su vara y se pusieron en camino en busca del sumo sacerdote. Este tomó todas las varas, penetró en el templo y se puso a orar. Terminado que hubo su plegaria, tomó de nuevo las varas, salió y se las entregó,  pero no apareció señal ninguna en ellas. Mas, al coger José la última, he aquí que salió una paloma de ella y se puso a volar sobre su cabeza. Entonces el sacerdote le dijo: “A ti te ha cabido en suerte recibir bajo tu custodia a la Virgen del Señor”.

José replicó: “Tengo hijos y soy viejo, mientras que ella es una niña; no quisiera ser objeto de risa por parte de los hijos del Israel”. Entonces el sumo sacerdote repuso: “Teme al Señor tu Dios y ten presente lo que hizo con Datán, Abirón y Coré: cómo se abrió la tierra y fueron sepultados en ella por su rebelión. Y teme ahora tú también, José, no sea que sobrevenga esto mismo a tu casa”.

Y él, lleno de temor, la recibió bajo su protección. Después le dijo: “Te he tomado del templo; ahora te dejo en mi casa y me voy a continuar mis construcciones. Pronto volveré. El Señor te guardará” .

(Tomado de "Los evangelios apócrifos", edic. Aurelio de Santos Otero, BAC, Madrid, 1999,  p. 146-147).

Imagen coronada de San José en la Basílica de San José de Flores

La vara florecida o rama de azucena es llevada por la imagen principal del altar mayor de la Basílica porteña, que  luce  ese atributo clásico en su mano derecha, mientras  sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús,  como se ve en la foto precedente, tomada del sitio web de la Basílica de San José de Flores.

Los restantes símbolos del escudo basilical no requieren mayores explicaciones, pues son más conocidos y nos hemos referido a ellos en otras ocasiones. Nos limitaremos a mostrar el tintinnabulum de la Basílica de San José,  en el que aparece una vez más la umbela, símbolo por excelencia de la dignidad basilical.



Obviamente no hemos registrado  todas las apariciones del escudo basilical en el majestuoso templo de Flores; por otra parte, la Basílica luce muchos otros motivos heráldicos, a los que haremos referencia en futuras entradas a lo largo del año.

Concluimos con dos bellísimas imágenes del escudo,   procedentes esta vez del sitio parroquial,  a modo de homenaje al histórico templo del barrio de  Flores en el centenario de su elevación a la dignidad basilical.



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