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sábado, 24 de junio de 2023

Escudo de monseñor René Leigue Cesari

Ayer se cumplió un año de la instalación de René Leigue Cesari como  Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Nacido en 1967 en la localidad cruceña de Nuevo Horizonte, monseñor Leigue fue ordenado presbítero en esa misma arquidiócesis en 1999; en 2012 fue designado Obispo Titular de Nepeta y Auxiliar de Santa Cruz de la Sierra. Fue ordenado el 16 de enero de 2013. Promovido a arzobispo residencial en abril del año pasado, tomó posesión de la sede hace un año, como se dijo.


Su hermoso escudo episcopal es descripto y explicado en sitios oficiales.

«“Lectura simbólica”

Los elementos contenidos en el escudo sintetizan los orígenes y la trayectoria humana de monseñor Leigue Cesari.

La Cruz potenzada de color rojo: Es la misma que destella en el escudo cruceño, emblema del territorio en el cual se ha desarrollado y seguirá desarrollándose el ministerio pastoral del Arzobispo.

El Sol naciente y las olas: El sol naciente que asoma desde atrás de las olas doradas del Río Grande representa a Nuevo Horizonte, comunidad en la cual monseñor Leigue Cesari ha nacido y se ha formado como joven y como hombre de fe.

El Campo Verde central: Representa el área rural y campesina de la zona Norte del Departamento de Santa Cruz y la Amazonía, de cuyo territorio hace parte la Comunidad Nuevo Horizonte, junto con dos de sus productos más significativos: el pez y el trigo.

La doble Cruz procesional y el capelo eclesiástico con dos grupos de diez borlas del mismo color: Representan heráldicamente la dignidad arzobispal.

El Palio: Es la insignia que manifiesta la comunión con el Papa y la autoridad metropolitana.

“Lectura Espiritual”

El escudo se entiende a través del lema: “Adsum”, que explica la trayectoria espiritual del Arzobispo y que se puede resumir en su total y constante disponibilidad a hacer la voluntad del Señor a lo largo de su vida: ¡AQUÍ ESTOY!

El sol dorado que amanece atrás del agua recuerda cómo, en virtud de lavado bautismal, renacemos como hijos de Dios y, como tales, contemplando la belleza del Creador y reconociendo las obras grandes que Él ha hecho en nosotros, sentimos la incontenible necesidad de agradecerlo por todos sus dones, como nos enseñan los Salmos 56 y 107: “¡Despierta gloria mía, despertad cítara y arpa, despertaré a la aurora!”.

El pez y el trigo son dos de los más importantes símbolos que nos recuerdan la presencia de Cristo, representado con el color oro: el primero en el sentido histórico y comunitario, usado desde los primeros cristianos hasta hoy como signo de autoidentificación y pertenencia a la Iglesia; el segundo en el sentido eucarístico.

El campo verde en el que se hallan el pez y el trigo es metáfora de la cotidianidad en que hay que vivir la fe en Jesucristo.

El todo está debajo de la señal de la cruz, en la que el Hijo de Dios padeció la muerte por nuestros pecados, hasta la efusión de su sangre, expresada con el color rojo, con la cual empieza y acaba cada acción litúrgica».



Una versión del escudo arzobispal -que vemos sobre estas líneas- fue tallada y pintada por la Familia de Artesanos Don Bosco en un taller de Postrervalle -población ubicada a 198 kilómetros de la capital cruceña- y fue colocada en la Catedral, sobre la cátedra episcopal.

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