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miércoles, 3 de abril de 2019

Escudo de Francisco de Merlo


En marzo de 2014 nos referimos al escudo de la localidad bonaerense de Merlo, que debe su nombre -y su escudo municipal- a don Francisco de Merlo.



Hoy volvemos sobre el mismo escudo, para mostrar una soberbia versión hallada en Wikipedia, obra de Rolando de Yñigo. Pero en esta ocasión hablaremos del titular original del blasón, don Francisco de Merlo. En lo que sigue, nos basamos en el artículo «Apuntes para una galería de escribanos: Francisco de Merlo», de Carlos A. Rezzónico, publicado en el sitio del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires.

Francisco de Merlo y Barboza nació en Sevilla en  1693. Arribó a Buenos Aires alrededor de 1712 y pronto contrajo matrimonio con Francisca del Toro, con quien tuvo una numerosa descendencia. Francisca murió en 1723. Un cuarto de siglo después, Francisco contrajo segundas nupcias con María Teresa de Gámiz, viuda a su vez,  quien le daría otro hijo. «En cada uno de los dos ángulos de su hidalgo escudo había una rosa que hacía referencia a esas dos mujeres». 

Francisco ingresó como amanuense en la oficina del escribano público y del Cabildo, don Domingo Lezcano; allí realizó las prácticas que le permitirían obtener su título. En 1716 Merlo  obtuvo su nombramiento de escribano público y de la gobernación.  En 1722, una real provisión lo confirmó en el cargo.

Ejerció el cargo durante cuarenta años. «Entre las escrituras por él autorizadas, encontramos la venta que los padres franciscanos hicieron en 1750 a favor de la Orden Tercera de San Francisco del terreno sobre el cual se habían levantado los dos primeros templos de la congregación y fue el lugar donde la entidad adquirente hizo construir la capilla de San Roque»,  junto a la actual Basílica de San Francisco. En 1726, como escribano de la gobernación, «Merlo refrendó con su firma el auto del gobernador Bruno Mauricio de Zavala, que detalló los beneficios de que gozarían los que pasasen a radicarse en la nueva ciudad de San Felipe de Montevideo, que quedaría oficialmente fundada el 20 de diciembre de 1729».

En 1729  recibió una cuantiosa herencia de su amigo Francisco Sánchez Botija, «hombre de muy buena posición económica, quizás uno de los más ricos vecinos de la época», que no tenía familia y testó en favor de Merlo.

«Con parte del dinero que integraba el acervo compró un campo en el paraje que se conocía como Pago de las Conchas, al que le fue anexando otras tierras hasta formar una estancia, que abarcaba casi 6.000 hectáreas en la zona que hoy ocupa el partido de Merlo, donde edificó una capilla dedicada a  Nuestra Señora de la Concepción del Camino, “para que en ella gozase su alma (la de Sánchez Botija) el sufragio de las misas”. Con la finalidad de asegurar ese destino, el honesto albacea fundó una capellanía en septiembre de 1741, dotándola de dinero, tal como había sido el deseo del causante»

Como «alrededor de la capilla que Merlo había erigido en sus tierras se había formado un caserío, pidió autorización al Cabildo y al Gobernador para fundar un pueblo que, por su ubicación, beneficiaría a todos los viajeros que se dirigieran a Chile o a Perú; la solicitud fue rápidamente elevada al Rey». La respuesta tardó en llegar, pero finalmente el Rey lo autorizó «a continuar con su proyecto hasta darle fin. La población se denominaría Villa de San Antonio del Camino».

Merlo también hizo construir en la zona «el Hospicio de San Ramón, del cual se lo consideró fundador civil así como a Fray Gregorio de Leguizamón se lo tuvo como fundador mercedario. El hospicio subsistió hasta 1823».

La muerte de Merlo tuvo lugar el 3 de abril (otras fuentes dicen 4) de 1758. «En su testamento dejó a sus amigos mercedarios una lonja de tierra de 200 varas de frente por 9000 de fondo, que incluían la capilla, el pueblo y el hospicio». Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de la Merced.

Cerramos con otra versión del escudo, obtenida, como la imagen de la capilla, de un sitio sobre el partido de Ituzaingó. Es descripto allí mismo de este modo: «De plata, un merlo o zorzal marino volando con las alas extendidas sobre un lobo de sable contorneado; terrazado de sinople; el jefe cantonado de dos rosas de gules».



En el aniversario de la muerte de Francisco de Merlo.

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