En octubre de 2017 tuve ocasión de conocer la Usina del Arte, un hermoso espacio cultural ubicado en el barrio de La Boca. Debe ese nombre, como es sabido, a que el edificio fue construido originalmente para servir como usina eléctrica de la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad. Allí tomé un par de fotos de un curioso escudo, sostenido por un águila que tiene rayos en sus garras, cuya característica principal es el "lema" que se lee en la barra: «Domito fulmine».
Una nota publicada en Diario Z explica esta divisa y la historia del edificio:
«"Domito fulmine" (el rayo dominado) puede leerse en el escudo de armas de la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad. A principios del siglo XX, el ‘señor del rayo’, Juan Carossio, decidió construir castillos para controlar el poder de la luz. Y lo hizo. Como si estuviera en el Renacimiento, o parar unir el pasado con el futuro, mandó a edificar una fortaleza imponente, con una gran torre y ladrillos colorados a la vista, gigantescos ventanales y grandes arcadas. La colosal obra se encuentra en La Boca, en la intersección de Pedro de Mendoza y Caffarena, y hoy es la sede de la Usina del Arte, que con grandes modificaciones se adaptó para albergar las muestras más acabadas de música y arte. Pero no bastó con un castillo. Necesitaba llegar a los hogares, que cada vez demandaban más electricidad: entonces mandó a construir decenas de castillitos menores en toda la ciudad, con la misma misma impronta y la misma inscripción. Para que todos supieran quién era el amo de la luz.
La Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad (CIAE) comenzó a funcionar en 1912 de la mano de Juan Carossio, su fundador, quien había arribado de Italia un año antes. Carossio era un astuto y ambicioso empresario italiano, que le imprimió su sello a una compañía que buscaba abrirse paso en la provisión de energía eléctrica en la ciudad de Buenos Aires. Por la época, el mercado de la electricidad estaba en un período de expansión acelerada. (...) Hasta el arribo de la Ítalo, el suministro de electricidad era monopolizado por la CATE, Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad. Para competir, Carossio puso en marcha una estrategia para ganarse el afecto de los miles de inmigrantes italianos que arribaban al país, empezando por el propio nombre de la empresa, Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad (CIAE). Este dato quizás pasaría desapercibido, si no fuera porque los capitales de la Ítalo no eran italianos sino suizos y alemanes (...).
Pero el nombre italiano no era suficiente para diferenciarla de su principal competidora. Entonces buscó realizar construcciones a imagen y semejanza de su país natal, para que todos los inmigrantes italianos se sintieran como en casa. Por este motivo, le encargó al arquitecto Giovanni Chiogna la construcción de un edificio monumental, de estilo románico lombardo florentino que emulara los castillos de la poderosa familia Sforza, señores de la ciudad de Milán. Así, los inmigrantes italianos podían identificar los signos de una arquitectura que los remitían directamente a su país natal y les hacía olvidar, momentáneamente, las penurias del desarraigo.
La estrategia comercial de Carossio también buscaba diferenciarse de la de su competidora. Por este motivo, en lugar de apuntar al gran consumo industrial y de transporte tranviario como lo hacía la CATE, la Ítalo se fijó el objetivo de proveer el pequeño consumo de casas de familias. Especialmente, la de los inmigrantes italianos. Sus operaciones se diversificaron a través de pequeñas plantas que se encargaban de distribuir la electricidad a las casas y que debían estar ubicadas en la mayor cantidad de barrios posibles, para poder abarcar toda la ciudad. De este modo, además de su usina central, la Ítalo le encargó al arquitecto Chiogna construir otras seis subusinas secundarias, ubicadas en Pacheco de Melo 3031, Balcarce 547, Montevideo 919, Tres Sargentos 352, Moreno 1808 y San Antonio 1077. A éstas se les agregaron aproximadamente 130 pequeñas estaciones estáticas de apoyo, encargadas de la distribución final. De todas ellas, unas 60 sobreviven dispersas en casi todos los barrios. Para preservarlas, 35 fueron catalogadas por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a fines de 2010, para darles distinto grado de protección. De las seis subusinas principales, cuatro quedan en pie. La de Pacheco de Melo fue demolida. Y la de Moreno fue derribada casi en su totalidad para construir en su frente un garaje. Sin embargo, en la parte posterior aún asoman los ladrillos de la subusina por sobre el estacionamiento.
Los otros cuatro edificios aún conservan su esplendor y han tenido distintos destinos. El de la calle Montevideo, alberga el Museo de la Memoria o de la Shoá, que recuerda el Holocausto cometido contra el pueblo judío.
La del pasaje Tres Sargentos, en Retiro, aún muestra todo el esplendor de su fachada, que exhibe orgullosa su torre coronada por un antiguo reloj, sus grandes ventanales con arcadas y, en lo alto del frente, la inscripción ‘Cía. Ítalo Argentina de Electricidad’ grabada sobre la piedra.
Con las estaciones más pequeñas, los destinos fueron múltiples. Algunas continúan prestando servicio para las empresas de electricidad, otras están abandonadas y otras fueron vendidas y funcionan como casas de familia, como la ex Subestación 100 de la Ítalo, que se encuentra en la calle Julián Alvarez al 1700.
Edificación de la CIAE sobre la calle Tres Sargentos |
Detalles del edificio de la CIAE sobre la calle Tres Sargentos |
Edificación de la CIAE sobre la avenida Chenaut 1983 (foto de 2012) |
Como lo había previsto su fundador, la compañía llegó a dominar el suministro de la electricidad y sus castillos se convirtieron en marcas visibles de la Ítalo en toda la ciudad. Sin embargo, el imperio se fue desmoronando lentamente, hasta que en 1979 fue estatizada y luego, en la década de 1990, privatizada.
La Ítalo ya no existe. Pero sus castillos sobrevivieron a su fundador y a la propia compañía. (...)»
Por otra parte, en EndlessMile -«el hogar on-line de Robert Wright, autor de guías y libros turísticos»-, sitio que contiene mucha información acerca de las visitas del autor a Buenos Aires, dice sobre la Usina del Arte y sobre este emblema:
Edificación de la CIAE sobre Julián Álvarez al 1700 (actualmente vivienda familiar) |
Una de las características más destacadas de la Usina es la gran escalera y el púlpito, usado a diario por los supervisores para dar órdenes a los trabajadores... o al menos eso fue lo que dijo la guía. (... Pero) quizás el púlpito era solamente un elemento decorativo interesante. En cambio, la guía no dijo nada acerca de la decoración del púlpito: un águila empuñando relámpagos. Un escudo de armas lleva el texto: "Domito fulmine" (en latín: "rayo dominado"). Una maravillosa frase que no se encuentra en ninguna otra estructura de la CIAE.Todas las fotos de la entrada son propias.
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