Oscar Aparicio Céspedes nació en La Paz, Bolivia, en 1959. Fue ordenado sacerdote en 1987. En 2002 fue nombrado Obispo Titular de Cizio y Auxiliar de La Paz; recibió la ordenación episcopal el 25 de julio de ese año. Diez años después fue designado Ordinario Militar para Bolivia. En 2014 fue promovido a Arzobispo de Cochabamba, sede de la que tomó posesión en enero de 2015.
De un sitio eclesiástico boliviano tomamos los datos sobre su escudo. El obispo lo describe en primera persona. La transcripción es textual en general, con algunos ajustes ortográficos y gramaticales.
«El escudo episcopal consta de tres partes que representan: arriba el cielo; al centro la montaña y abajo las aguas».
«El cielo: En la parte de arriba podemos ver representado el cielo; en esta oportunidad tiene el color rojo intenso, el cual representa el amor, y al mismo tiempo, representa el poniente o el ocaso. La estrella representa a nuestra Madre María.
Es así que el cielo de color rojo intenso representa al amor como fuerza principal que nos une con nuestro creador donde también encontramos el ocaso como principio y fin que viene del Creador. La estrella es nuestra Madre María que se encuentra imponente e iluminándonos con su esplendor».
«La montaña: Al centro del escudo podemos observar la figura de la montaña. La montaña representa lo característico de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, es decir es la representación de la montaña que lleva el nombre de Illimani. A los pies de esta montaña se encuentra la ciudad en la que nací».
«Las aguas: En la parte de abajo del escudo observamos las aguas que representan al lago Titicaca, propio también del Departamento de La Paz.
Por otro lado, las aguas representan a la vida y a la muerte y en este caso a las aguas del Lago Titicaca, representativas de Bolivia donde se encuentra el Santuario de Copacabana, que está dedicado la Virgen, nuestra Madre; además debemos señalar que fui bautizado y ofrecido a la obra de Dios en este Santuario.
Podemos observar en el reflejo de estas aguas la estrella del cielo, de la parte de arriba, que representa a la Virgen María. El reflejo nos simboliza a todos nosotros que siendo seres humanos, queremos asemejarnos a Dios, por lo cual somos solamente alcanzados por este reflejo sin poder lograr esta perfección divina».
«Dominus Pars: “El Señor es la parte de mi heredad y de mi copa... mi vida está en sus manos” (Sal 15,5) - “Dominus pars hereditatis meae et calicis mei”. La abreviación “DOMINUS PARS” encierra todo el texto bíblico».
No hay una descripción heráldica propiamente tal, pero el lector podrá suplir fácilmente esa carencia.
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