Hoy se cumplen 190 años de la Independencia del Perú, proclamada por el general argentino José de San Martín. Rendiremos homenaje a la nación hermana, en este día de su fiesta nacional, a través de una de las figuras más prominentes de lo que hoy llamamos Perú: el Inca Garcilaso de la Vega.
El Inca Garcilaso de la Vega se llamaba en realidad Gómez Suárez de Figueroa. Nació en 1539 en Cuzco, y murió en España el 23 de abril de 1616. Fue escritor e historiador. Además de destacarse en las letras (su obra más famosa fueron los "Comentarios Reales"), fue hombre de armas y recibió, en sus últimos años, las órdenes menores.
Era mestizo, ya que era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega, noble español, y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperadores ambos del Imperio Incaico.
Fue bautizado con los apellidos ilustres de sus antepasados (lo veremos en su escudo de armas) y estudió en el Colegio de Indios Nobles del Cuzco, donde recibió una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él. Pero también mantuvo estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, por ejemplo los hijos del Inca o emperador.
En la esquina de la calle Salguero y la avenida Figueroa Alcorta de nuestra ciudad de Buenos Aires se encuentra la Plaza República del Perú. Cuenta con varios bustos, pero un monumento se destaca sobre todos ellos: el dedicado al Inca Garcilaso de la Vega, que vemos aquí en una foto que tomé -como todas las de esta entrada- el domingo 15 de mayo.
Era mestizo, ya que era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega, noble español, y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperadores ambos del Imperio Incaico.
Fue bautizado con los apellidos ilustres de sus antepasados (lo veremos en su escudo de armas) y estudió en el Colegio de Indios Nobles del Cuzco, donde recibió una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él. Pero también mantuvo estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, por ejemplo los hijos del Inca o emperador.
En la esquina de la calle Salguero y la avenida Figueroa Alcorta de nuestra ciudad de Buenos Aires se encuentra la Plaza República del Perú. Cuenta con varios bustos, pero un monumento se destaca sobre todos ellos: el dedicado al Inca Garcilaso de la Vega, que vemos aquí en una foto que tomé -como todas las de esta entrada- el domingo 15 de mayo.
Otra vista de la estatua permite ver que el Inca tiene a sus pies un escudo heráldico, el mismo que se observa en el ángulo superior derecho de las dos primeras imágenes de esta entrada:
Una vista más cercana del escudo:
Al buscar información sobre el Inca Garcilaso, y recurrir a Wikipedia, se encuentra uno con el mismo escudo, acompañado de esta explicación:
"Escudo nobiliario del Garcilaso, donde se ven los blasones de los Vargas, los Suárez de Figueroa, los Sotomayor, los Mendoza y de los Incas".
Los primeros cuatro linajes mencionados tienen respectivamente estos escudos de armas:
El escudo del linaje Vargas viene -en el escudo de Garcilaso- con bordura de Castilla y León. Los cuatro blasones ocupan el primer campo del escudo de Garcilaso, que es un partido, mientras que el segundo campo corresponde a los símbolos del Imperio Inca.
En el artículo sobre el Imperio Incaico de Wikipedia leemos:
"El guión o estandarte real era una banderilla cuadrada y pequeña, de diez o doce palmos de ruedo, hecha de lienzo de algodón o de lana, iba puesta en el remate de una asta larga, tendida y tiesa, sin que ondease al aire, y en ella pintaba cada rey sus armas y divisas, porque cada uno las escogía diferentes, aunque las generales de los Incas eran el arco celeste y dos culebras tendidas a lo largo paralelas con la borda que le servía de corona, a las cuales solía añadir por divisa y blasón cada rey las que le parecía, como un león, un águila y otras figuras. Tenía por borla el dicho estandarte ciertas plumas coloradas y largas puestas a trechos" [Bernabé Cobo, Historia del Nuevo Mundo (1609)].
El sol y la luna son, como puede verse abajo, los símbolos de Manco Capac y de su esposa (en la imagen se trata de Mama Huaco):
Manco Capac "fue el primer gobernador de la etnia inca en Cuzco (¿inicios siglo XIII?). Es el protagonista de las dos leyendas más conocidas sobre el origen de los incas: la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo y la leyenda de los hermanos Ayar. Tuvo como esposa principal a Mama Ocllo, con quien engendró a su sucesor Sinchi Roca y otras esposas más como Mama Huaco de quien se dice que era una mujer aguerrida", nos dice Wikipedia. Manco Capac es mencionado en crónicas históricas, pero su figura y su misma existencia permanecen envueltas en el misterio.
De todos modos, si Garcilaso era hijo de una descendiente de un emperador (o "Inca"), entroncaba en el linaje real iniciado por Manco Capac, y le correspondía el uso de los símbolos que exhibe en el emblema.
En todas las versiones vemos un lema que aparece dividido a diestra y siniestra del escudo: "Con la espada / y con la pluma", que parece una síntesis de la vida y obra del Inca Garcilaso.
Aquí vemos otras dos fotos del escudo en el monumento al Inca Garcilaso en la Plaza República del Perú, junto con otra versión de esas mismas armas, en colores:
De todos modos, si Garcilaso era hijo de una descendiente de un emperador (o "Inca"), entroncaba en el linaje real iniciado por Manco Capac, y le correspondía el uso de los símbolos que exhibe en el emblema.
En todas las versiones vemos un lema que aparece dividido a diestra y siniestra del escudo: "Con la espada / y con la pluma", que parece una síntesis de la vida y obra del Inca Garcilaso.
Aquí vemos otras dos fotos del escudo en el monumento al Inca Garcilaso en la Plaza República del Perú, junto con otra versión de esas mismas armas, en colores:
El escudo del Inca Garcilaso es en sí mismo toda una enseñanza: partido entre linajes ilustres de España y América, ilustra plásticamente el mestizaje cultural que es, precisamente, la clave de la acción española en nuestro continente y que dio lugar a esto que hoy llamamos América Latina. Sin ese mestizaje no seríamos lo que somos, y quien quiera robarnos cualquiera de las dos partes atenta contra nuestra identidad.
Hacemos nuestras, por ello, las palabras que pronunció S. M. el Rey de España, D. Juan Carlos I, el 25 de noviembre de 1978, al depositar en la Catedral de Cuzco las cenizas del Inca Garcilaso:
"Fundidas las sangres de dos continentes, un capítulo decisivo se abría para la humanidad, porque nacía también una realidad que abarca hoy más de veinte naciones.
Un pueblo como el español, veterano durante siglos de mestizajes biológicos y culturales en su propio solar, trasladaba sus tradiciones vitales al nuevo mundo recién descubierto. Y a su impulso un nuevo hombre nacía, en América, como promesa singular y fecunda. Junto al hombre surgía asimismo una sociedad, amalgama de usos y costumbres de ambos influjos, creando un estilo de vida hasta entonces inédito. La flora y fauna de dos continentes se intercambiaron; los asentamientos humanos, los cultivos agrícolas y la organización social, incorporaron técnicas de una y otra procedencia. El cristianismo se extendió con un impulso desconocido desde los albores de la Edad Media, y su sentido ornamental se enriqueció con nuevas vivencias estéticas.
El Inca Garcilaso de la Vega es la encarnación temprana de ese gran mestizaje y de su primer reflejo en nuestra literatura. Cronista sublime, con su estilo claro y sencillo de gran escritor, abre con broche de oro la aportación americana a la común historia de nuestras letras. Sus Comentarios Reales, testimonio vivo e inmediato de las grandezas incaicas, contribuyeron al primer esfuerzo por difundir en el viejo continente el conocimiento de una América recién descubierta".
¡Cuántos motivos de reflexión a partir, simplemente, de un escudo heráldico en un monumento de Buenos Aires!
Dejamos para mañana un detalle más del monumento, que aunque no es específicamente heráldico, puede suscitar también alguna reflexión interesante. Y, de nuevo, nuestro saludo a la república hermana del Perú en su día patrio.
El Sol o Inti era el símbolo de Manco Capac, al adoptarlo Garcilazo para su escudo de armas reivindicaba su linaje incaico. Cuando los revolucionarios de Mayo adoptan el Sol incaico para nuestro Escudo (1813) y para nuestra Bandera (1818) también desean entroncar a nuestra patria con el mismo linaje. Como lo dice nuestro Himno en una de sus estrofas: "Se conmueven del Inca las tumbas y en su pecho revive el ardor, cuando ve renovado en sus hijos, de la Patria el antiguo esplendor"
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