Ayer fue la fiesta de Pentecostés. "El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales) -nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica-, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor (cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el Espíritu". Prolongando de algún modo esa gran celebración, nos ocupamos hoy del colegio erigido en Floresta por las Congregación de las Siervas del Espíritu Santo.
La Congregación de las Siervas del Espíritu Santo, fundada en Steyl en 1889 por San Arnoldo Janssen, llegó a la Argentina pocos años después (en 1895) siendo nuestro país el primer destino misional de la nueva congregación. Las primeras hermanas se instalaron en Valle María, Entre Ríos. La llegada a Buenos Aires tuvo lugar en 1918.
El colegio porteño, fundado en 1924 (y que, por ende, celebra este año 90 años de vida), usa lo que básicamente es el mismo escudo de la congregación religiosa que le dio vida. En él se ve descender el Espíritu Santo en forma de paloma sobre una cruz sobre ondas de agua.
Hemos visto distintas versiones de este bello emblema, que constituye nuestra adhesión festiva a la celebración de ayer.
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