miércoles, 6 de septiembre de 2023

Escudo de los Albarracín

El primero de los "escudos de familias sanjuaninas" al que haremos referencia a partir de lo publicado ayer corresponde a los Albarracín. Para cualquier argentino, este apellido evoca inmediatamente a la madre de Domingo Faustino Sarmiento, doña Paula Albarracín. 



Se trata, en efecto, de un antiguo linaje sanjuanino. Al comienzo de "Recuerdos de provincia", Sarmiento habla de un par de añosas palmeras solitarias que se elevaban «a pocas cuadras de la plaza de Armas de la ciudad de San Juan, hacia el norte». Aquellos árboles, dice el ilustre sanjuanino,  «habían llamado desde temprano mi atención». Y añade enseguida:
 

Los edificios de la vecindad de aquellos palmeros están amenazando ruina, muchos de ellos habiéndose ya destruido, y pocos sido reedificados. Por los apellidos de las familias que los habitaron, cáese en cuenta que aquél debió ser el primer barrio poblado de la ciudad naciente; en las tres manzanas en que están aquellas plantas solariegas, está la casa de los Godoyes, Rosas, Oros, Albarracines, Carriles, Maradonas, Rufinos, familias antiguas que compusieron la vieja aristocracia colonial. 

Más adelante, Sarmiento dedica un  capítulo de su obra a "Los Albarracines". Y allí se refiere al origen del apellido:

A mediados del siglo XII, un jeque sarraceno, Al Ben Razin, conquistó y dio nombre a una ciudad y a una familia que después fue cristiana. M. Beauvais, el célebre sericultor francés, ignorando mi apellido materno, y sin haberme visto con albornoz, me hacía notar que tenía la fisonomía completamente árabe; y como le observase que los Albarracines tenían, en despecho del apellido, los ojos verdes o azules, replicaba en abono de su idea que, en la larga serie de retratos de los Montmorency, aparecía cada cuatro o cinco generaciones el tipo normal de la familia. En Argel me ha sorprendido la semejanza de fisonomía del gaucho argentino y del árabe, y mi chauss me lisonjeaba diciéndome que, al verme, todos me tomarían por un creyente. Mentéle mi apellido materno, que sonó grato a sus oídos, por cuanto era común entre ellos este nombre de familia; y digo la verdad, que me halaga y sonríe esta genealogía que me hace presunto deudo de Mahoma. Sea de ello lo que fuere, los viejos Albarracines de San Juan tenían en tal alta estima su alcurnia, que para ellos el hijo del alba habría sido a su lado, cuando más, un cualquiera.  


Algunas fuentes de Heráldica hispana señalan que se trata de un apellido de orgen aragonés, con casa solariega en la ciudad de Albarracín, en la provincia de Teruel (quizás se trate de la ciudad a la que conquistó y dio nombre el jeque árabe citado por Sarmiento). 

Sus armas son: Cuartelado de 1° y 4° de gules, el castillo de oro. 2° y 3° de azur, la banda de oro engolada en dragantes del mismo metal.


En pocos días recordaremos el aniversario de la muerte de Domingo Fautisno Sarmiento.

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