sábado, 14 de agosto de 2021

Escudo del Colegio San Maximiliano Kolbe

 

En el día de la memoria litúrgica de San Maximiliano Kolbe, nos ocupamos del escudo de un colegio porteño que lleva su nombre.

Foto propia, marzo de 2021

El Colegio San Maximiliano Kolbe es una obra de la Congregación de las Hermanas de la Resurrección. 

Dicha congregación nació a su vez del espíritu de los Padres de la Resurrección, congregación masculina cuyo primer General,  Pedro Semenenko, tuvo la idea de la fundación de una congregación femenina. Tras varios  años de búsqueda y espera, logró su objetivo a través de Celina Chludziñska de Borzecka y su hija Eduviges, elegidas por Dios «para formar una nueva familia religiosa que debía basar su vida espiritual en el Misterio Pascual y extender el Reino de Dios bajo el estandarte de Cristo Resucitado». 

Las primeras Hermanas de la Resurrección pisaron  tierra argentina el 23 de septiembre de 1961. En 1972 abrieron las puertas al Jardín de Infantes bilingüe “La Resurrección. En 1973 abrieron primer grado de Primaria; en el año 1992 el colegio abrió el primer año de la Secundaria.

«Como Patrono elegimos al entonces Beato Maximiliano Kolbe (proclamado Santo en 1983), mártir del campo de concentración en Auschwitz», dice la página web


El misterio de la Resurrección y «el estandarte de Cristo Resucitado» se hacen presentes en el escudo institucional.


En un campo de plata, un mástil crucífero de oro, en el que flamea un estandarte de gules con una cruz de plata "a todo trance";  junto a la cruz, por encima del estandarte, una corona de plata a diestra y una corona de gules a siniestra; al pie del mástil, las letras griegas Alfa y Omega de plata, con bordes de sable. El lema «Caritate et Veritate» está incorporado al campo del escudo y se lee junto a los bordes verticales. Bordura de azur, con el nombre del colegio y de la congregación propietaria.

Las dos coronas aluden a la ocasión en que a Kolbe se le apareció la Virgen María:

Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miró con cariño y me preguntó si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Contesté que las aceptaba.

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