viernes, 16 de agosto de 2019

ENTRADA NÚMERO 3000 - Escudo de monseñor José Luis Corral

Con indisimulable orgullo les participamos hoy a nuestros lectores una gran alegría: esta es la entrada número 3000  de este Blog.  

Y para celebrarlo, compartiremos una primicia absoluta: el escudo del próximo Obispo Coadjutor de Añatuya, José Luis Corral, todavía no dado a conocer oficialmente, en cuya confección tuvimos alguna participación.

José Luis Corral Peláez nació el 12 de agosto de 1968. En 1987 ingresó en la Congregación del Verbo Divino, en la que hizo sus votos perpetuos en 1996. El 1° de marzo de 1997 fue ordenado sacerdote en la misma congregación religiosa, de la que era Superior Provincial en Argentina Sur cuando recibió el nombramiento de Obispo Coadjutor de Añatuya, el 19 de julio pasado. Recibirá la ordenación episcopal el 31 de este mes.


Su escudo episcopal:

Terciado en cabrío invertido. 1° de oro. 2° de azur. 3° de sinople con un “becerro” (libro) de plata con las letras Alfa y Omega, de sable. Brochante sobre el todo, la Cruz de Matará, de su color.
Báculo pastoral acolado en palo.
Lema: “Vayan y anuncien el Evangelio”.

Para su escudo episcopal, el nuevo Obispo Coadjutor de Añatuya eligió un diseño infrecuente, pero muy expresivo para transmitir el mensaje que desea plasmar. «He estado viendo los escudos de los últimos obispos argentinos, son muy sencillos y creo que así es también mi estilo». «Me gustaría que no sean muy recargado pero sí significativo y que describa lo que pretendo expresar y vivir en el nuevo ministerio episcopal que se me confía».

Ante todo, el campo terciado quiere representar «el misterio fundamental de la fe y de la vida cristiana» (Catecismo de la Iglesia Católica, 261), que es también central para la congregación religiosa misionera a la que pertenece el padre José Luis, es decir, el misterio de la Santísima Trinidad, «pues hemos sido enviados a proclamar la gloria y el amor de Dios Uno y Trino» (Constituciones SVD, 405). A su vez, el cabrío invertido, por un lado, simboliza el “descenso” de Dios que se abaja hasta el hombre para salvarlo («por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo») y por tanto expresa también  la «misión conjunta del Hijo y del Espíritu Santo»  (Catecismo de la Iglesia Católica, 689).

Además, la forma cóncava que asumen los dos campos inferiores expresa también la acogida que lo terreno da a lo celestial, lo que se manifiesta de manera particular en María, que recibe en su seno al Verbo de Dios. 

Finalmente, el cabrío suele evocar también la figura de una escuadra, símbolo de San José Obrero, Patrono de Añatuya.

El campo superior, de oro, representa a Dios Padre, que «habita en una luz inaccesible»  (1 Tim 6, 16); el central, de azur, representa a Dios Hijo, «Mediador entre Dios y los hombres» (1 Tim 2, 5), cuyos brazos «extendidos entre el cielo y la tierra» trazaron «el signo indeleble» de la Nueva Alianza (cfr. Plegaria Eucarística sobre la Reconciliación); el campo inferior, de sinople, representa al Espíritu Santo que desciende sobre el mundo y «renueva la faz de la tierra» (Sal 103, 30), por cuyo poder el Verbo de Dios se hizo hombre.

Superpuesta (“brochante”) en los tres campos del escudo, aparece la Cruz de Matará, fiel testimonio de la evangelización de esta tierra americana, y clara muestra de la creatividad y el esfuerzo de los misioneros que anunciaron el Evangelio en nuestro continente. La Cruz de Matará, a su vez, está llena de símbolos, que representan la Creación, la Pasión salvadora de Cristo, la Eucaristía, la mediación maternal de María, etc.
Ubicada de ese modo sobre los tres campos, la Cruz de Matará representa la obra mediadora de Cristo, mediante la cual «el cielo se une con la tierra y lo divino con lo humano» (Solemne Anuncio Pascual). Reforzando el sentido de los tres campos del escudo, se expresa así un movimiento de  “descenso” y “ascenso”:  la ternura del Padre que en la cruz de su Hijo se acerca al hombre y al mundo -ya que «la cruz es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre» (San Juan Pablo II, Encíclica Dives in misericordia, 8)-, y a la vez «la elevación del hombre mediante la cruz de Cristo» (San Juan Pablo II, Homilía en Palermo, 12 de junio de 1982).

Finalmente, el libro abierto en el campo inferior simboliza a la Palabra que vino al mundo y que  por obra del Espíritu Santo «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14); al mismo tiempo, recuerda que por el ministerio del obispo, abierto y disponible a la acción de ese mismo Espíritu, el Evangelio debe seguir encarnándose aquí y ahora en la porción de la Iglesia a la que fue destinado. Ese es también el sentido del lema escogido, que contiene el mandato misionero de Jesús: «Vayan y anuncien el Evangelio» (Mc 16,15).

El dibujo lo realizó mi amigo Agustín, primer colaborador de este Blog.

2 comentarios:

  1. Excelente noticia para la Argentina. Al incluir la venerada Cruz de Matará, él no-obispo expresa su raigambre misionera. Que este blasón sea expresión de una renovada y vigorosa pasión por el anuncio del Evangelio, siguiendo las huellas de tantos heroicos consagrados que dieron su vida por Cristo y su Iglesia con una entrega admirable.

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  2. El autor del comentario anterior, en un mensaje privado al Blog, aclara que, como es obvio, quiso poner "neo-obispo" donde dice "no-obispo". Una errata material de la que aquí hacemos la salvedad. Gracias por el comentario.

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