domingo, 7 de julio de 2019

Escudo de monseñor Emilio Ognénovich

Emilio Ognénovich nació en Olavarría, provincia de Buenos Aires, en 1923. Estudió en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto y fue ordenado sacerdote en Luján el 17 de diciembre de 1949. En 1979, San Juan Pablo II lo designó Obispo Titular de Mibiarca y Auxiliar de Bahía Blanca; recibió su ordenación episcopal el 18 de noviembre de ese mismo año en la catedral bahiense.

El 8 de junio de 1982 fue trasladado como Obispo de Mercedes, cargo del que tomó posesión dos días después, apenas horas antes de la llegada de Juan Pablo II, en viaje extraordinario a la Argentina con motivo de la Guerra del Atlántico Sur. La Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján se encuentra dentro de esa jurisdicción, cuyo nombre fue cambiado más tarde a "Mercedes-Luján".  En 1997 la sede fue elevada a la categoría de Arquidiócesis sujeta directamente a la Santa Sede, por medio de la Bula «Omnibus Satis Sonstat»Ognénovich, en consecuencia,  fue promovido a Arzobispo el 21 de noviembre de 1997. Continuó ejerciendo el cargo hasta el año 2000, en que le fue aceptada la renuncia por haber llegado a la edad canónica. Murió en enero de 2011. 

Su escudo es poco convencional en su diseño y en sus esmaltes.



En un campo que parece de plata, unos elementos en blanco y negro (una mano abierta moviente del ángulo superior siniestro, una paloma en vuelo y un monograma de Cristo, uno de cuyos trazos parece tener hojas como si fuera una rama de olivo sostenido por la paloma). En el ángulo superior diestro del escudo, una estrella de cuatro puntas en plata y azur. El campo tiene una filiera de gules. La cruz arzobispal que aparece acolada es de un insólito color azur. El galero de sinople tiene el diseño tradicional. En cuanto al lema, es «In nomine tuo», «En tu nombre». Podemos suponer que se inspira en el salmo 54 (53), 3: «Deus, in nomine tuo salvum me fac»Dios mío, sálvame por tu Nombre») o también en la frase «In nomine tuo, laxabo rete» («En tu nombre echaré las redes»), inspirada en las palabras de San Pedro en Lc 5, 5.

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