sábado, 16 de julio de 2011

Escudo de Viedma (Río Negro)

La advocación mariana de Nuestra Señora del Carmen, cuya fiesta celebramos hoy, es sin duda una de las más populares.


La Virgen del Carmen les dio su nombre y su patronazgo, no sólo a muchísimas personas en todo el mundo, sino también a innumerables ciudades y regiones. 

Nuestra Señora del Carmen de Cuyo

Entre ellas cabe mencionar a la ciudad de Viedma, capital de la provincia de Río Negro, unida a su vecina  Carmen de Patagones en la provincia de Buenos Aires.

Ambas ciudades,  Viedma y Carmen de Patagones, nacieron juntas  el 22 de abril de 1779.  Ese día el Comisionado Real, Francisco de Biedma [o Viedma] y Narváez, fundó, en la margen sur del Río Negro, un  fuerte al que llamó precisamente Nuestra Señora del Carmen. Fue la primera población estable de origen europeo en tierras patagónicas. Más tarde, a causa de una inundación, el asentamiento se trasladó a la otra orilla del Río Negro (donde se halla ahora Carmen de Patagones).

Viedma fue, así, el "barrio sur" del fuerte del Carmen. En 1878, al trazarse los límites entre la Provincia de Buenos Aires y la nueva Gobernación de la Patagonia, Viedma y Carmen de Patagones se separaron; Viedma se convirtió en la capital de dicha Gobernación. Cuando se creó el Territorio Nacional de Río Negro, Viedma fue declarada también su capital. Al transformarse Río Negro en provincia, en 1957, Viedma fue capital provisoria hasta que en 1973 una ley provincial le reconoció definitivamente  la condición de capital provincial.

El escudo de la ciudad de Viedma es este:



En una suerte de  "apéndice" a la Carta Orgánica Municipal de Viedma, que se puede descargar desde el sitio web de la Municipalidad, puede leerse la descripción y explicación del escudo de la ciudad, bajo el título "Memoria del Escudo Municipal". Exponemos a continuación la imagen de la primera parte:


A continuación ese mismo texto ofrece la explicación correspondiente,  bajo el título "Significado de los símbolos y colores del escudo".  La transcribiremos a continuación,  pero no en forma textual, ya que el texto tiene muchos errores de ortografía y de sintaxis.  Los párrafos que sí sean citados textualmente aparecerán, como es norma en este Blog, entrecomillados y en cursiva.

«Su forma exterior, heráldicamente denominada 'española', recuerda el origen de la ciudad de Viedma».

Las calderas y el palo de gules evocan las primeras armas del linaje de  Biedma: «De oro, con ocho caldera de sables puestas en dos palos».  O bien: «De oro, con un palo de gules acostado de ocho caldera de sable, cuatro a cada lado».  

Este palo, se afirma citando el Diccionario Heráldico de  García Carraffa,  fue concedido por   merced real a Iñigo Iñiguez de Biedma en premio de la hazaña que llevó a cabo salvando del cautiverio de los moros a una reina de Aragón.

El segundo cuartel, inferior, de plata, está cargado con tres símbolos inspirados en el Escudo de la Provincia de Río Negro: la cruz, un sable militar, y una lanza indígena.

La cruz es  un homenaje a «la conquista espiritual y cultural llevada a cabo por el cristianismo».

Escudo de la Provincia de Río Negro

 
El sable rinde homenaje «al valor del soldado argentino» y a los caídos en las Campañas del Desierto.
  
La lanza «encarna la voluntad de defensa y soberanía puesta al servicio de la Nación».

La faja ondulada de sable que separa ambos campos representa al Río Negro, a cuyas riberas fue fundado el conurbano de Viedma y Carmen de Patagones.

El sol naciente,  tomado del escudo provincial,  tiene 19 rayos flamígeros y rectos alternados, como el sol de aquel escudo, y manifiesta la pertenencia de  la ciudad a la provincia de Río Negro.

Aclaro que las referencias al escudo de Río Negro hay que entenderlas en relación con el escudo tradicional de la provincia, que aparece junto a estas líneas, ya que recientemente apareció un nuevo y desafortunado escudo para Río Negro,  que ocupará una próxima entrada

La Municipalidad, pero sobre todo el Concejo Deliberante de Viedma,  usa el escudo municipal en su página web.



Pero el año pasado, una Convención Constitutente reformó la Carta Orgánica Municipal y añadió al final una "Recomendación" que, pese a su extensión, considero oportuno transcribir íntegramente:

     Tanto las banderas como los uniformes y los escudos tuvieron su origen en la antigüedad como elementos de guerra. En los tiempos en que se libraban batallas en territorios amplios, con gran movimiento de tropas y se libraba una lucha cuerpo a cuerpo, resultaba indispensable saber hacia dónde dirigirse en cada momento y también reconocer a los propios y a los enemigos. Las banderas de colores fácilmente reconocibles flameando por encima de las cabezas permitían ser vistas y seguidas en los desplazamientos colectivos. Por su parte, los escudos tenían un primer fin de protección corporal pero también de identificación, en la medida en que incorporaban imágenes distintivas que evitaban la confusión.

     Poco a poco esas imágenes fueron adquiriendo un contenido simbólico que iba más allá de su objetivo inicial para convertirse en elementos aglutinantes y motivadores del grupo como unidad al representarlo diferenciándolo de los otros.
     Las banderas y los escudos fueron incorporando la representatividad del poder del grupo o la comunidad, fueran éstas tribus, clanes, naciones, ciudades estado, feudos o imperios, trascendiendo su papel guerrero o militar para adoptar un valor institucional y civil.
     Los símbolos hacen a la identidad de los Pueblos. Esa identidad es producto de su devenir histórico. Es una construcción colectiva social y es la que permite reconocer las diferentes formas de pertenencia.
     Si bien es cierto que los símbolos, en tanto guía e hilo conductor de la coherencia de las acciones colectivas trascendentes que articulan la relación entre pasado presente y futuro, deben tener permanencia en el tiempo, no lo es menos que en tanto producto social deben propiciar la identificación de la comunidad con los valores comunes que sustentan a esa Comunidad en determinado momento histórico y a la interpretación que a la luz de esos valores hace de los hitos trascendentes su pasado, asumiendo la continuidad. Por eso, los símbolos de una Comunidad no son inmutables.
     En ese contexto es preciso analizar si el actual Escudo de la ciudad de Viedma es hoy fiel representación de los valores y sentimientos de los viedmenses, en virtud, justamente, de su origen y en comparación con nuestra actualidad democrática y plural, la voluntad de integración cultural y social, la reivindicación de la vocación irrenunciable de capitalidad histórica, no sólo del Territorio y la Provincia de Río Negro sino de la Patagonia toda y de la interpretación social de sucesos históricos que marcaron nuestro desarrollo.
     Del análisis realizado en la Comisión de Redacción surgió que es necesario modificar nuestro Escudo porque ha perdido la representatividad de los valores que como viedmenses compartimos. Dicha tarea debe ser llevada a cabo con sumo cuidado, absoluta seriedad y plena conciencia de su trascendencia. Arribar a la selección de unas pocas imágenes comprensibles para todos, respetuosas de la continuidad histórica y plenas de contenido que muevan a la identificación colectiva de las generaciones actuales y futuras es una labor delicada que debe atenerse a las reglas de la Heráldica para así, en clara síntesis representativa a través de forma, imágenes, colores y palabras, insertarse en el más amplio universo simbólico. El conjunto de los símbolos siempre conforman un lenguaje convencional y, como tal, aquellos elementos formales que elegimos y la manera en que los agrupamos e integramos constituye una expresión y un mensaje. Un escudo no es, no puede ni debe ser, una creación libre que busca una expresión estética sino un símbolo que represente clara e inequívocamente el sentir esencial de la comunidad a la que representa.

     Por todo esto los Convencionales Constituyentes de Viedma en el año 2010 recomendamos al Concejo Deliberante que convoque a un Concurso para la creación de un nuevo Escudo para Viedma, contando con el asesoramiento especializado de expertos en la Heráldica.

Dos reflexiones parcialmente contrapuestas suscita esta "Recomendación".

Por un lado, la "Recomendación" es un ejemplo más de la triste manía  de cambiarlo todo, de modificar incluso los símbolos más antiguos para adaptarlos a lo políticamente correcto. 

Porque a nadie escapa que esta recomendación, en su lenguaje sibilino,  no se refiere a los ocho calderos ni al palo de gules, sino a la cruz y al gorro militar. Hoy no es políticamente correcto ensalzar las Campañas al Desierto; y una cruz en un escudo se presenta en los círculos "progres" como si fuera una afrenta a la "actualidad democrática y plural". Lo mismo ha pasado, por motivos parecidos, con el escudo provincial y con otros símbolos argentinos.

Por el otro, al menos, la "Recomendación" en dos momentos hace referencia  a "las reglas de la Heráldica" y al  "asesoramiento especializado de expertos en la Heráldica", del que, debemos decirlo, carecen la mayoría de los escudos municipales argentinos.

Ojalá esta prudencia cunda, y la anterior manía cese.

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