sábado, 11 de junio de 2011

El Espíritu Santo en el escudo de la Ciudad de Buenos Aires


Hoy se cumplen 431 años de la fundación de la "Ciudad de la Trinidad", es decir de Buenos Aires. Y mañana es Pentecostés, la fiesta en que celebramos la efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente.  Se trata de una maravillosa coincidencia de fechas que nos da una inmejorable ocasión para referirnos a la presencia del símbolo del Espíritu Santo en el escudo de nuestra ciudad.

Sabenos que apenas cuatro meses después de fundar la ciudad, más concretamente el 20 de octubre de 1580, Juan de Garay le dio un escudo, que consistía en un águila coronada sosteniendo una cruz y con cuatro pichones por debajo.  Años más tarde el blasón fue aprobado por el Consejo de Indias.  Sin embargo, tiempo después cayó en el olvido.


Llegamos así al año 1649. En la sesión del cabildo del 5 de noviembre,  el Gobernador Jacinto de Lariz propone un sello de armas,  por «no haberse hallado en el archivo de este Cabildo y en sus libros que ya ha tenido o tenga hasta ahora armas algunas», según la cita transcripta en el artículo de Julio Luqui Lagleyze, titulado "Errare Humanum Est",  publicado en  la revista "Todo es Historia" N° 130, de marzo de 1978.

El escudo aparece en un dibujo en el acta: una Paloma radiante encima de las aguas del Plata, sobre las que sobresalen el brazo y la uña de un ancla.   En una bordura (deteriorada) se lee "Ciudad de la Trinidad - Puerto de Buenos Aires".


Cuatro son, pues, los elementos principales del escudo: cielo, agua (celeste y blanca, respectivamente, en la primerísima aparición de lo que serán los colores patrios),  Paloma y ancla.

En el conocido escudo que está en la Sala Capitular del Cabido de Buenos Aires,  que ya hemos mostrado en otra ocasión, se ven dos barcos junto al escudo de Lariz, bajo las armas de España:



Un siglo después de la creación del escudo se acuñan medallas para la proclamación de Fernando VI, Rey de España e Indias. El platero introduce por primera vez los barcos en el campo del escudo.



Desde entonces,  la Paloma (igual que los barcos y el ancla) sufre todo tipo de transformaciones. Aquí vemos las medallas conmemorativas de las proclamaciones de Carlos III y de Carlos IV:



Dos medallas de comienzos del siglo XIX muestran otras versiones de la Paloma:

La medalla para honrar a los héroes del Combate de Perdriel, en 1806, muestra una Paloma bastante defectuosa en su factura:


En la medalla de la jura de lealtad a Fernando VII en 1808 la Paloma es casi irreconocible:



Al celebrarse el primer aniversario de la Revolución de Mayo se hizo acuñar esta medalla, en la que la Paloma adquiere otra forma:



Como suele ocurrir en estos casos, y está a la vista, proliferaron todo tipo de versiones del escudo de Buenos Aires. Por ello, al reorganizarse el gobierno municipal, pocos meses después de la Batalla de Caseros, concretamente en septiembre de 1852,  la Municipalidad encargó a una comisión (formada por Gabriel Fuentes, Emilio Agrelo y nada menos que Domingo Faustino Sarmiento) que estudiaran el tema del escudo de la ciudad.

Según la información publicada en el sitio web del Gobierno de la Ciudad,  dicha  comisión «convocada para proyectar el sello del municipio, recomienda usar el vigente antiguamente que tenía  "…dos navíos anclados en mar espumoso plateado, con una paloma radiante en medio en campo celeste, que simboliza el Espíritu Santo"
».  El ancla no aparece en la descripción;  tal parece que «fue impuesta luego por la costumbre (...) o por haberla omitido involuntariamente la comisión»".

En escudos porteños sucesivos, 
«la paloma se ve de perfil, con la cabeza hacia la derecha».

 

La federalización de Buenos Aires en 1880 fue celebrada con esta medalla que reúne el Escudo Nacional rodeado de banderas y lanzas, y el Escudo Municipal. La Paloma aparece como descendiendo, mirando hacia abajo.



La anarquía heráldica, evidentemente, continuaba.

El sitio web del Gobierno de la Ciudad prosigue señalando que «en 1910, Enrique Peña propuso la sanción de una ordenanza que determinara la representación gráfica del escudo de armas de la ciudad» a fin de terminar con las diferencias entre distintos escudos, que -como podía advertirse en los documentos que a diario salían de las mismas oficinas municipales- eran muy diversos en sus detalles. Y,  dado que no estaba determinado  qué  clase de barcos debían figurar en el escudo porteño,  recomendó que se usaran una carabela y un bergantín, que fueron tipos de embarcaciones que trajo la expedición de Garay cuando vino a fundar la ciudad.

(Aquí hay que decir, en honor a la verdad, que la información que proporciona el sitio del Gobierno de la Ciudad está muy mal redactada e incurre en contradicciones, porque a continuación de lo reseñado, pasa sin explicaciones a hablar del otro escudo, el de Garay).

«Finalmente la ordenanza del 3 de diciembre de 1923, sanciona el uso del escudo de la Cuidad de Buenos Aires, estableciendo sus proporciones y características, colocando la paloma radiante vista de frente con las alas extendidas y la cabeza dirigida hacia la izquierda».





Hasta aquí, la historia más conocida del escudo porteño.  Pero lo que sigue es la historia menuda, menos conocida y más íntima, más cercana a la  tradición oral,  que nos llega por medio de una colega, hija del protagonista de los párrafos que siguen.

Pasaron los años, y -presumiblemente para el Cuarto Centenario de su Primera Fundación, en 1936-, la Ciudad encargó a un artista una nueva versión del escudo.  Era Intendente de Buenos Aires, a la sazón, el doctor Mariano de Vedia y Mitre.
El artista elegido para recrear el escudo porteño fue Juan Antonio Spotorno, nacido en 1905, autor de hermosas xilografías, litografías, dibujos y grabados. 


La siguiente es una reseña de su vida, obtenida de una tarjeta de inauguración de un mural con su obra en la estación Juramento del subte porteño:



Al ocuparse del encargo recibido, sus convicciones cristianas lo llevaron a darle un  total protagonismo al Espíritu Santo al confeccionar el modelo para la nueva versión del escudo de su ciudad natal:


En Internet hay una nota que le hicieron  a la esposa del artista. Allí leemos: «Spotorno también diseñó el escudo de la ciudad de Buenos Aires y su esposa afirma que él recuperó los antiguos escudos donde dominaba el Espíritu Santo. La paloma dominaba el escudo originalmente por lo que restauró esos motivos. Gran parte de su obra es patrimonio de la ciudad».

La versión del escudo que diseño Spotorno no sólo es hermosa,  sino que seguimos viéndola a diario en el mobiliario urbano y en bienes de la Ciudad.   Un par de imágenes sólo a modo de ejemplo:





Dos afirmaciones sobre Juan Antonio Spotorno nos invitan a dedicarle en el futuro nuevas entradas:  fue el «primer imaginero moderno» de San Martín de Tours y «realizó numerosas viñetas, ex-libris, logotipos y escudos». Sobre todo los escudos, naturalmente, serán objeto de nuestro especial interés.

Que el Espíritu Santo, presente desde hace más de 360 años en nuestro escudo municipal y cuya Venida visible celebramos este domingo, ilumine los caminos de todos y nos ayude en nuestra peregrinación hacia la Ciudad Santa.


Agradecemos a Martina, hija de Juan Antonio, la información y el material que nos proporcionó para la confección de esta entrada.

2 comentarios:

  1. Estimado Alejandro:
    Siempre veo con gran interés tu excelente página de Heráldica en Argentina, y es un gran regocijo intelectual leer tus notas.
    La entrada de hoy sobre el Espíritu Santo y el escudo de la ciudad de Buenos Aires es magnífica, tanto por su contenido, como por su presentación, con abundantes datos de gran interés.
    En particular, me pareció sumamente interesante la cita a Juan Antonio Spotorno, a quien alguna vez escuché nombrar y es muy valorable su trabajo (¡qué grandes artistas casi desconocidos tuvo Buenos Aires!)
    No sabía que era el autor del distintivo de la ACA: si tenés más información sobre ello me gustaría conocerla. Gracias y felicitaciones otra vez. LUIS FERNÁNDEZ (l.fernandez@fibertel.com.ar)

    ResponderBorrar
  2. Alejandro, muy buena la nota que hiciste sobre el Escudo de Buenos Aires. La copié en mi blog, como no podía ser menos. Martina ya me había comentado de tu dedicación al estudio de este aspecto de la Historia que es la Heráldica, y de tu buenísimo blog. ¡Felicitaciones.

    ResponderBorrar