El Palacio de Aguas Corrientes siempre me ha parecido un edificio maravilloso, no sólo por su belleza -que lo convierte en una verdadera obra de arte-, sino también por el hecho de que semejante construcción, todo un palacio con decoración exuberante, estaba y está destinada sólo a contener gigantescos tanques de agua... Una especie de fanfarronada de un país pujante, a fines del siglo XIX, con el valor adicional, para nosotros, que su decoración exterior incluye una serie de escudos que iremos viendo en sucesivas entradas.
Las dos fotos precedentes fueron tomadas de la web. Las que siguen, en cambio, fueron tomadas por mí en la mañana (fría y lluviosa) del 4 de septiembre.
El edificio ostenta diversos escudos en sus cuatro frentes. La fachada principal, que da a la avenida Córdoba, muestra una interesante versión del Escudo Nacional. La primera toma corresponde a la vista desde el nivel de la acera.
Pero desde enfrente puede apreciarse la belleza del motivo decorativo, que en esta toma aparece semioculto por las ramas de los jacarandaes:
En la foto que sigue se aprecia mejor el Escudo Nacional:
Es colorido y original en sus detalles. Las manos parecen apenas apoyadas una sobre otra, las hojas de las ramas que rodean al escudo parecen de roble y los frutos son amarillos a diestra y rojos a siniestra, el gorro frigio parece moverse al viento, la expresión del sol figurado es curiosa. El escudo está rodeado de catorce banderas argentinas, siete de cada lado, representando a las catorce provincias "históricas" de la Argentina
El exterior de las paredes está totalmente recubierto de cerámicas y ladrillos esmaltados, en total 300.000 piezas fabricadas en Inglaterra, cada una de ellas numerada para su armado in situ, como si se tratara de un gigantesco rompecabezas. Estas piezas muestran una hermosa multiplicidad de formas, tamaños y colores combinados. El techo está recubierto con tejas de pizarra importadas de Francia.
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